Aunque salió publicada el pasado verano, con el ánimo de seguir poniendo al día este espacio, dejo la entrevista que me hacía Darío Prieto para la contraportada del periódico El Mundo el día 28 de Agosto de este año.
- ¿Cómo somos en internet?
Pues más transparentes, para lo bueno y para lo malo. Antes teníamos la plaza del pueblo y ahora disponemos de un foro observable y global en el que poder compartir cosas y también sentirnos más libres de ser lo que queremos ser, de unirnos a las personas que sentimos de verdad, sin condicionantes geográficos o de sangre, más afines. Las nuevas tecnologías de la comunicación han contribuido al desarrollo de la sociabilidad. Internet nos une, amplía nuestro espectro relacional, nunca nos aísla.
- ¿Cuáles son los mayores problemas en nuestro comportamiento digital?
En primer lugar, la dificultad para desconectar de los demás, de estar solo, para crear, para estar con uno mismo y reflexionar… también la brecha social existente entre quienes ven internet como oportunidad y los que lo ven como amenaza. Un ejemplo de esto serían los padres que deberían ser, más que nunca, guías de sus hijos, aunque se sientan incómodos con los nuevos lenguajes. Hay que perder el miedo a las redes sociales si queremos seguir siendo relevantes para los jóvenes.
- ¿Cómo definiría la forma de ser en las diferentes redes sociales? ¿Es verdad que en Twitter nos insultamos y en Facebook nos hacemos la pelota?
Algo de eso hay, pero mi experiencia es que cada uno usa las redes de distintas formas. Sí es cierto que Twitter es más adecuada para difundir cosas , aprender, informarnos., mientras que Facebook es, por su estructura, más afín a la reflexión, la discusión, la comunidad.
- ¿Se ha convertido “viral” en sinónimo de “tontería”?
Si difundimos tonterías a veces es porque el ser ‘tontos’ también forma parte de nuestra naturaleza. El ser humano es creativo, metafórico. Y a veces esto se produce de una forma colectiva, consensuada y altamente inteligente. Me pregunto qué pensaría un extraterrestre que llegase a la Tierra, abriese Twitter y viese fotos de gatitos tras el atentado terrorista de Barcelona. A veces no son tonterías, precisamente, lo que viralizamos.
- ¿Qué le parece el fenómeno ‘influencer’, como es el caso de los instagramers?
Que hablan el lenguaje de las nuevas generaciones. Y que, frente al rechazo o incrompensión que puedan generar, debemos aprender de ellos para motivar a los jóvenes en la escuela, en el trabajo, como consumidores, etcétera. Si Instagram es su red preferida es porque es visual, directa, simple, más horizontal, más auténtica, de todo elllo deberíamos aprender.
- ¿Qué le parecen las acusaciones de que las nuevas tecnologías de la información son un elemento más de la “deshumanización” de la sociedad o que han contribuido precisamente a la incomunicación?
Pienso justo lo contrario. Gracias a las nuevas tecnologías tenemos ahora la oportunidad de no estar solos, casi en ninguna ocasión. Y el tema es especialmente importante para colectivos minoritarios o discriminados. Un ejemplo importante es el de las personas que sufren enfermedades raras, hoy con espacios de referencia más amplios.
- Hay quien dice también que Facebook y las otras redes sociales son una herramienta de control social, un poco como una droga que adormece a la población y otro poco como una válvula de escape para que la gente proteste por los problemas del mundo mediante un “activismo de salón”. Por no hablar del “Gran hermano”, en plan ‘1984’, que supone compartir tu intimidad y hacerla pública.
También hay algo de cierto en ello. Se trata de nuevo de la transparencia, fantástica para algunas cosas pero no tanto cuando trata del precio de nuestros datos personales. También creo en el poder del ‘hacktivismo’, un activismo de clic, pero muy potente en nuestros días. Esto es algo que saben las marcas, cuya imagen se construye hoy, básicamente, en internet.
- El filósofo Zygmunt Bauman decía que “las redes sociales son una trampa”, porque encierran a los usuarios en sus “zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara”. ¿Qué le parece?
Creo que hay que vivir las cosas para poder hablar de ellas. Estoy segura de que si Bauman hubiese conocido a fondo las posibilidades de las nuevas tecnologías, cómo nos sitúan en un lugar muy interesante de conexión con uno mismo sin desconectar de los demás, no habría sido tan crítico. Yo hablo en Socionomía de “Individuos conectados”, desde zonas personales seguras también puede darse lo mejor de uno mismo a los demás.
- ¿Qué sentido tienen movimientos como los que abogan por la ‘desconexión’ de las redes sociales?
Pues hoy en día, poco. Tanto si es voluntario como si es el caso de unos padres que obligan a sus hijos, supone desconectar del mundo, dejar de aprender a vivir en él. Eso en general no es nada positivo.
- De una gerontofobia (“los viejos no saben votar”) parece que hemos pasado a una “jovenfobia” (“la culpa es de los millenials”).
Los jóvenes siempre han tenido la culpa de todo. A lo largo de la Historia, cuando se han vivido momentos de transformación como el que estamos pasando, las fuerzas que tienen el poder se resisten a abandonar su posición. Para mí, que trabajo con ellos, los jóvenes son la generación más prometedora de la historia. Y alucino con su capacidad para sortear los prejuicios, crear nuevas formas de relacionarse o ser creativos a la hora de desarrollar sistemas de economía colaborativa, modelos de negocio alternativos y pensados normalmente de forma más ecológica y humana.
- Hablando de esto, últimamente se está criticando el ‘lado oscuro’ de empresas como Airbnb o Uber, que se vendían como supuestos proyectos de economía colaborativa.
Está claro que cuando hay un cambio, siempre hay afectados. Pero yo creo que, en el futuro, la forma que tendremos de desplazarnos se parecerá más a Uber que al taxi y la forma de alojarnos cuando viajemos se parecerá más a Airbnb que a los hoteles.
- El juez de menores Emilio Calatayud decía aquí mismo, el año pasado: “Hay que violar la intimidad de nuestros hijos”. ¿Qué le parece?
Mal. A menos que se trate de situaciones de peligro, la confianza tiene que regir las relaciones entre padres e hijos. Seamos conscientes, además, de que dominan muchísimo más las tecnologías que nosotros. No hay control posible sobre lo que hacen en internet.
- En la película ‘La red social’, el momento clave del desarrollo de Facebook es cuando Zuckerberg incluye el estado sentimental (soltero, en una relación, etcétera) en el perfil. ¿Hasta qué punto es importante el sexo en lo digital?
Igual de importante que en lo analógico. Por ejemplo, uno de los primeros motores económicos de la prensa escrita fue la publicación de historias pornográficas. A lo que sí hay que prestar atención es a determinadas pautas que los jóvenes pueden repetir en su forma de vivir la sexualidad. El modelo es hoy con frecuencia el de los videos pornográficos en internet, la inmensa mayoría salidos de un capitalismo voraz y poco sensible a temas de igualdad entre géneros.
- ¿Es posible que las redes estén totalmente al margen de los problemas de la sociedad? Es decir, hemos visto cómo se pasaba del bullying en las clases al ciberacoso.
Las redes son la sociedad ya, hay que aprender a no distinguir entre dos mundos, para los jóvenes son el mismo.
- ¿Cuál es el último tabú?
El yihadismo. Eso lo estamos viendo en Cataluña, donde parecía que el independentismo lo ocupaba todo y ahora el debate está centrado en este asunto.
- ¿Cómo ve lo que ha sucedido en internet tras los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils?
Yo creo que, de nuevo, es un reflejo de la sociedad, en lo bueno y en lo malo. Las redes funcionan en todos los sentidos. Por ejemplo, frente a los mensajes yihadistas son también muchos los jóvenes que difunden a los pacifistas musulmanes, a los grupos de mujeres anti violencia en Siria, etcétera. Abunda información, también alternativa y siempre es bueno, para un ser humano crítico, poder elegir. No es cierto que a los jóvenes especialmente frustrados solo se les pueda motivar a través de la violencia. Los valores humanos de respeto, paz y libertad, calan profundo, cada vez más entre los jóvenes.
- Pero da la impresión de que un hecho tan terrible ha servido de arma arrojadiza para unos y otros.
La gente de la calle es muy inteligente y sabe perfectamente qué partidos están aprovechando un hecho así para intentar sacar beneficios políticos y quiénes están actuando con más responsabilidad. En las redes a todos “se nos ve el plumero” :)
- ¿La prisa mata?
La prisa es una característica de esta sociedad acelerada. Y creo que la toleramos mejor porque sabemos que es inevitable en estos tiempos.
- ¿Cómo cree que se está planteando el feminismo desde las redes sociales?
Hasta la aparición de las redes, el discurso del poder era más masculino. Ahora continúa pero ofrece mucho más lugar a debate. Estos días, por ejemplo, hemos sido muchos los hombres y mujeres que hemos recordado el discurso del respeto, el diálogo, la educación y no la violencia y el odio como formas de resolver los problemas en el mundo. Internet es relacional y lo relacional es femenino, así que el factor femneino (sin excluir a hombres ni mujeres), tiene la oportunidad de contrastar y expandirse como nunca antes en la red y por tanto, lo recuerdo de nuevo, en el mundo.
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