No sé si habrá contenidos más especiales que los de la Keynote de Eric Schmidt hoy en el MWC2012 en Barcelona pero de momento los he querido traducir y recoger aquí.
Y es que parece que además de Android, de Chrome para Android, de la plataforma / ecosistema que se vislumbra para el sistema operativo en pocos meses, el discurso del CEO de Google ha recordado la brecha digital y los argumentos de futuristas como Kurzweil o Kevin Kelly. Cuando hablamos de la evolución de las tecnologías y sus bondades debemos ser realistas: para mucha gente el poder de la tecnología todavía no ha llegado.
La gente será capaz de cambiar el mundo si les conectamos con información y eso será cada vez más de este modo. El coste de los equipos va bajando, como los futuristas (recordad la Ley de Moore) llevan tiempo prediciendo, así que es previsible que en poco tiempo la tecnología se accesible a mucha más gente.
Existe sin embargo unas nueva brecha, relacionada con cómo usamos e interactuamos con las tecnologías. Para los más ricos los límites de la tecnología serán solamente éticos. Y es que si bien tendemos a sobreestimar los cambios tecnológicos a corto plazo, subestimamos de forma masiva los que ocurren a largo plazo, comentaba Schmidt.
Presentaba un escenario casi de “teletransportación”. Una persona podrá atender de forma remota a dos eventos, un concierto de rock y un encuentro de negocios mediante pequeños robots que devolverán una imagen 3D holográfica de los lugares a los que se les envíe. No se trata de algo lejano y Schmidt recordaba a la audiencia que los coches sin conductor están más cerca de lo que pensamos. Han corrido ya 200,000 millas y el estado de Nevada, en EEUU ha aprobado ya su uso.
La tecnología se convierte en algo invisible, integrado como la electricidad en nuestras vidas, en todo y en nada, vital y dado por supuesto.
Menciona a continuación, para mi sorpresa, el que llevamos un tiempo denominando aquí el “Individuo conectado”, una clase de usuarios, normalmente de clase media (aquí se ha tratado siempre de una acepción mucho más democrática) que usará la tecnología para cambiar su vida. Los desarrolladores, como parte del que denomina el “Grupo de contribuidores conectados” crearán apps y servicios que irán cambiando la sociedad. La que también hemos analizado aquí a menudo y denominado sociedad 2.0 ha plantado ya sus primeros pinitos pero va a avanzar mucho en un futuro.
Continuaba emocionando a la audiencia: Más que escribir código y programas, lo que los desarrolladores están haciendo es ser los ingenieros de la libertad humana.
Aumenta lo que denominamos el carácter sociable de la red, la empatía que es capaz de generarnos y en palabras de Schmidt (yo creo que el tema va más de redes sociales que de robots), la tecnología nos hará más conscientes de los conflictos principales del mundo. La proyección holográfica 3D nos permitirá experimentar también eclipses, revoluciones y conflictos.
También destacaba la importancia del consumidor: otros miembros del grupo “conectado”, serán consumidores educados que harán posible la creación por parte del 10% y defenderán el pro común en la web de los ataques que puedan llegar.
Seguía recordando que la web es más que una red de máquinas. Es una red de mentes evolucionando hacia una conciencia global, uniendo sentimiento y acción.
Volviendo a los 5 mil millones de seres humanos ajenos a todo ello Schmidt recordaba la primavera árabe: La gente va a tener cada día más oportunidades para visibilizar la injusticia, dejando cada vez menos lugar a los dictadores (y abusos, añadiría). Las élites siempre existirán, decía, pero podemos proteger a los débiles de la regulación y evitar la aparición de un nuevo sistema de castas basado en lo digital.
“La tecnología es poder y si aseguramos su acceso podemos crear una comunidad de iguales”.
Terminaba, al estilo de los manuales de speaking más renombrados, añadiendo una nota sentimental: “Estoy muy orgulloso de mi tribu”, decía, refiriéndose a la comunidad tecnológica. “Desarrolladores y emprendedores están construyendo un mundo en el que todos tengan la oportunidad de estar conectados.”
En fin… excelentes intenciones, sin lugar a dudas, no sé si algo más que eso.
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Eric Schmidt se ha olvidado de decir que todo es hermoso, siempre y cuando uses nuestro algoritmo y nuestra tecnología: que, bajo el nombre de “te personalizo” el resultado de lo que hago es trazarte un perfil que es capaz de predicir tu conducta y eso se lo voy a vender a un anunciante. Ojo: Google no me deja usar sus servicios pagando y anulando la traza; es más, si pagas, sigues teniendo publicidad: valen más tus datos que tu dinero.
Por tanto, y verás que me reitero en el mensaje, cuando empleamos la expresión “tecnologías de empoderamiento” no podemos utilizarlas de modo genérico y neutral si no entramos en la naturaleza de dónde reside el control de una tecnología: si el control lo tiene otro, no estás empoderado. Dolors Reig se empodera a sí misma siendo propietaria de su dominio, su propio CMS y controlando su host y haciendo su propio backup. De esa forma, es capaz de crear un discurso propio, fijar una agenda propia y difundirla. Y todo ello sin someterse al dictado de empresas que, bajo el manto de la facilidad, se presentan como “liberadoras” y “empoderadoras” y gracias al software libre. Tu página la borrará un error tuyo, pero no los términos de servicio de Facebook. Y tus datos no irán al Gobierno de ningún país si tú no los das.
Todo esto exije, claro, más esfuerzo, una curva de aprendizaje mayor y no caer en el sonido de la flauta de Hamelin de Twitter y Facebook: son servicios que no añaden nada real a lo que pueden hacer las herramientas libres y empoderadoras, pero cuentan con un efecto red (por número de usuarios) que nos devuelven al mundo de las telecos: ¿quién tiene todos los números de teléfono y las líneas? Al menos en telefonía hay portabilidad del número sin que los beneficios del efecto red se pierdan.
La cuestión es que el discurso de la belleza de Google, Facebook y Twitter oculta una reducción del potencial de empoderamiento que sí tiene el crear una identidad digital no mediada por servicios terceros, exactamente lo que, por ejemplo, es este blog. Por tanto, el riesgo reside en transmitir una “ideología” que no advierte al usuario sobre dónde reside su verdadero empoderamiento a pesar del esfuerzo y los costes.
Los medios de comunicación tradicionales están encantados con Twitter. ¿Por qué? Es fantástico: transforma unas tecnologías que me retiraban el poder (los blogs) en otra que convierte la cháchara en fuente y eso me da el poder de interpretar la realidad. El discurso de “lo social” ha perdido la vindicación del 10% “creador” por el baile de conversaciones banales que le sirven a los medios para…. mediar. El empoderamiento proviene porque, también, se desintermedia el discurso de los anteriormente conocidos como “medios” modificando la construcción de agendas públicas. Si ahora se vende que la gente se empodera (como hacen los editoriales de El País) porque tiene twitter, lo que se hace es devolver el poder a periódicos cuya razón de subsistir es que tienen el poder de crear agenda pública.
Como se puede ver, las definiciones no son inocentes. No podemos seguir considerando empoderamiento el que te dejen gritar en un espacio tutelado.