Trabajando en los orígenes históricos del individuo conectado me topaba con ideas interesantes sobre la imprevisibilidad de la apropiación tecnológica: es muy difícil saber en cuanto a tecnología cuál será la apropiación final que le hará la población. Lo comento en clase sobre twitter y al hablar de la necesidad de adoptar puntos de vista flexibles, que permitan adaptar las aplicaciones al uso que finalmente les daremos. Twitter nació como instrumento de comunicación destinado a sustituir los sms en similar número de caracteres y fueron sus usuarios y un punto de vista flexible y abierto al crecimiento de sus creadores los que la convirtieron en la herramienta de difusión, de información y de intereses que es ahora. Así, los retweets no existían y recientemente mejora sus cualidades para la búsqueda y todo ello son ideas nacidas de los deseos del llamado prosumidor.
Pero existen otros ejemplos ilustres del tema, como el que cuenta la paradoja en cuanto a los propósitos y destinos finales de cosas como la radio o el teléfono: la radio pareció en sus orígenes un buen método para comunicarse con los amigos mientras que el teléfono se pensó como buena forma de difundir discursos
Es probable que sea conociendo las necesidades, las motivaciones fundamentales de los seres humanos que podamos prever en algún punto cómo se apropiará una tecnología pero está claro que incluso en estas cambian en distintos momentos de desarrollo, de lo que podríamos llamar evolución moral de individuos y sociedades enteras.
En eso me hacía pensar, en cómo de poco nos conocemos (comento en Socionomía cómo nos pensamos mucho más independientes de lo que en realidad somos) y/o en cuánto hemos evolucionado desde entonces, el estudio que motiva este artículo: encuestas pasadas en los orígenes de internet aseguraban que la gente no tenía ningún tipo de interés en socializarse a través de la red, que se veía incluso como una barbaridad la posibilidad de hacerlo. Años después los datos lo dicen todo…
Así, en septiembre de 1983, pocos años antes de la invención de la WWW, la encuesta de una compañía de teléfonos sobre “El impacto de la tecnología en la sociedad” (Southern New England Telephone presents the road after 1984 : the impact of technology on society, de Louis Harris and Associates, Inc.), preguntaba a los entonces “conectados” (consultar el estudio original para más datos) sobre lo que hoy entendemos por TIC, haciendo muy insospechado lo que hoy vivimos con la web social: ¿Piensas que podría interesarte poder enviar mensajes a otras personas desde tu computadora? Pues bien… el 23% respondía que sí, que sería muy útil, el 31% le veía alguna utilidad y el 45% no se la veía en absoluto. No ocurría lo mismo para los antecedentes del e-commerce, que parecía un ámbito muchísimo más prometedor. El consumismo, tal vez debido a la coyuntura socioeconómica del momento, afloraba sin cortapisas y un 74% de los que podemos denominar “early adopters” planteaba que poder comprar desde el ordenador sería muy interesante e implicaría cargas adicionales en la economía familiar.
No hay duda de que se acertaba en cuanto a la importancia del comercio online pero se fallaba estrepitosamente al adivinar lo que hoy vivimos en las redes sociables, en lo que venimos denominando la Sociedad aumentada: por si no parece suficiente con el manido dato de los mil millones de usuarios de Facebook, datos de la Pew Internet Association nos dicen que a mediados de 2011 el 74% de los usuarios de teléfonos en la misma población Estadounidense los usaba para enviar imágenes o vídeos a otros, para conectar a redes sociales (48%), para actualizar twitter (20%) o incluso para realizar obras de caridad vía sms.
El 65% de los adultos norteamericanos hoy usan sitios de redes sociales y no es demasiado distinto en España, donde según la 4º Oleada del Observatorio de Redes Sociales de The Cocktail Analysis, el 91% de la población internauta española tiene cuentas activas en redes sociales, concretamente con una media de 2,31 redes por individuo.
Explosión de sociabilidad, excedente social, retorno a unas relaciones interpersonales dormidas durante tiempos de monopolio de los mass media en la información, tendencia (o estrategia de los mercados para fomentar el consumo, según Bauman) del ser humano a sospechar de sí mismo cuando en el fondo somos mejores de lo que pensamos, lo cierto es que 3/4 partes de la población de la encuesta en 1983 se equivocaba, que somos mucho más sociables de lo que entonces podíamos imaginar y que solamente necesitábamos de las oportunidades (las “affordances”) que nos prestan hoy los abundantes entornos colaborativos para demostrarlo, para construir la era socionómica que justo iniciamos.
NOTA: Utilizo la encuesta como excusa para hablar de sociabilidad y sociedad aumentada pero obviamente no la he hecho yo. He confiado en los datos que aparecen en el libro listado por la Universidad de Stanford y citado en muchísimos otros lugares, como puede verse desde el enlace: “New England Telephone presents the road after 1984 : the impact of technology on society, de Louis Harris and Associates, Inc.”, así que remito a la fuente original para cualquier aclaración sobre los datos estadísticos que aparecen.
Entrada leída 1261 veces desde Abril de 2022
En aquella epoca nadie sabia el alcanze de una red social en las que la particpacion y la informacion esta por segundo de actializacion globlamente..
Internet nos ha dado poder y ha hecho que tengamos la oportunidad de convertirnos en verdaderos protagonistas. De nosotros depender hacer un buen uso de ese poder y avanzar en mejorar, entre todos, el mundo.
Hola,
El post me parece muy interesante y no podría estar más de acuerdo contigo en que el pensamiento crítico y la flexibilidad son imprescindibles para adaptarse a los cambios y en este caso usos de la tecnología, que fraguan en la sociedad.
Sólo un matiz histórico, en 1983 Internet como tal sólo existía en el ámbito universitario en Estados Unidos. La gente, en sus hogares, se conectaba por modem directamente a servidores generalmente denominados BBS (Bulletin Board Services), que tenían foros de discusión, correo electrónico, y que en algunos casos se agrupaban con otros en redes como FidoNet (creo que compartían foros y correo entre ellos con redes punto a punto o conexiones periódicas puntuales).
Internet como tal, y con el protocolo www, se hizo público a principios de los 90, primero en Estados Unidos, cómo no, y a continuación en el resto del mundo.
Un saludo
David, cierto lo del matiz, el nombre de lo que la gente usaba en sus casas no era “internet” pero internet sí exisía en 1983. Matizo entonces y añado (por rigor) un par de entrecomillados… De todos modos la idea del artículo no es hablar sobre historia sino sobre apropiación de las tecnologías, llamémoslas si es más preciso “tecnologías sociales”.
Saludos