No es fácil, como sabéis, ser padres. Es por ello que me ha parecido interesante dejar una pista, en forma de investigación reciente, acerca de uno de los temas que más nos preocupan, el de cuál es la medida justa entre control y libertad.
Una investigación reciente en la Universidad de Missouri encontraba que las madres más directivas en escenarios de juego resultaban ser las que despertaban menor implicación y más emociones negativas por parte de sus hijos. La mejor situación es aquella en la que los niños tienen la oportunidad de elegir qué hacer, especialmente en situaciones de juego, comenta Jean Ispa, autor del estudio y profesor.
Las madres demasiado directivas impiden este tipo de elecciones, decidiendo de antemano cómo se debe jugar. Piensan que lo hacen bien corrigiéndoles, pero están limitando el desarrollo de su potencial creativo.
Existen diferencias socioculturales: las madres Europeo-Norteamericanas son menos directivas que las Afro-Americanas y Mexicanas. Con niños de apenas un año, las más directivas son las Afro-americanas, seguidas de las mexicanas y las Europeas y Norteamericanas. Con niños mayores, sin embargo (el estudio llega a los 5 años), las diferencias se diluyen.
Otro elemento interesante resultaba ser el de la afectividad, capaz incluso, en el caso de madres excesivamente controladoras, de reducir los efectos negativos de la directividad. Ocurre también a la inversa y las madres que se mostraban más negativas o críticas con sus chicos todavía cosechaban más negatividad.
Evidentemente este es el aspecto más relevante, el que me atrevería a decir que también actúa compensando las diferencias entre culturas. No esstá de más repetirlo: la clave más importante para una paternidad adecuada está en el afecto.
Ispa, J., Csizmadia, A., Rudy, D., Fine, M., Krull, J., Bradley, R., & Cabrera, N. (2013). Patterns of Maternal Directiveness by Ethnicity Among Early Head Start Research Participants Parenting, 13 (1), 58-75 DOI: 10.1080/15295192.2013.732439
Entrada leída 736 veces desde Abril de 2022
En educación, como en muchos otros campos, a menudo suele funcionar la máxima de que importa más el cómo que el qué. Un aprendizaje adquirido desde la curiosidad, desde la necesidad, es un aprendizaje que perdura para siempre. Un aprendizaje impuesto, obligado es un aprendizaje nominado al olvido rápido.
La relación que creemos con nuestros hijos o con nuestros alumnos definirá en gran medida la calidad de los aprendizajes. Sobre este tema comente recientemente en el blog en el post : los niños nacen dependientes, pero no estúpidos.
http://lamariposayelelefante.blogspot.com.es/2013/01/los-hijos-nacen-dependientes-no-estupidos.html
Saludos.