Contrastes: Pekín, China y la pena de muerte.

Aunque no sea el tema de este blog, no podía dejar de compartir la genial campaña de Amnistía Internacional que aparece debajo, todo un modelo en Márketing Social.

Y una causa indiscutible. China…el gran desconocido. Cuanto más conozco de ella más me asusta. En este caso, es flagrante la falta de afiliación real del futuro gobierno olímpico con los valores que inspiran las olimpiadas. Creo que la firma es necesaria, por los derechos humanos y la transparencia informativa:

Que todos vean a que se juega en China

Los Juegos Olímpicos de Pekin 2008 son un escaparate a través del cual China quiere mostrarse al mundo. Pero, ¿qué es lo que quiere mostrar exactamente?

En Amnistía Internacional estamos seguros de que el gobierno chino no desaprovechará la ocasión para exhibir la pujanza económica de su país, su desarrollo tecnológico, su tremenda capacidad organizativa… y tampoco nos cabe ninguna duda de que hará todo lo posible para ocultar la otra realidad de China.

Allí se producen más ejecuciones que en ningún otro lugar del mundo, y la pena de muerte se aplica sobre 68
delitos —algunos de ellos económicos—con prácticas tan escalofriantes como la extracción inmediata de
los órganos de los ejecutados.

También se reprime a los periodistas, se censura Internet, se encarcela y se tortura por delitos de conciencia… Las propias autoridades chinas prometieron mejoras en los derechos humanos si su
candidatura olímpica era elegida: ahora deben demostrar al mundo que cumplen esa promesa.

Mucha gente, dentro y fuera de China, espera que los Juegos Olímpicos impulsen una era de cambios en el gigante asiático, pero nosotros creemos que se necesita mucho más para mover a ese gigante.

MuerteLuchaTorturaCensura

Ahí es donde entras tú. Firma ahora nuestra petición

¿Te ha gustado? Opciones para compartirlo en redes:

Un comentario en “Contrastes: Pekín, China y la pena de muerte.”

  1. Pingback: No a los juegos olímpicos en China. Campañas de rsf, amnistía internacional y otros | El caparazón

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *