Pues sí, Twitter es hoy un juguete roto como el que encontraba en un banco callejero de Valencia. Unos nos exhortan sobre no exagerar, otros avisan de que se trata del principio del fin para una red social que valorábamos en la medida en que era distinta al resto, infinitamente más libre, infinitamente más nuestra.
Ya conocéis la buena nueva: Twitter censurará, en las condiciones que especificaremos después, algunos tweets en algunos países, pero seguirá publicando los mismos tweets al resto del mundo, comentan en su blog:
“Queremos continuar creciendo internacionalmente en países con distintas ideas sobre los límites de la libertad de expresión. En algunos casos difieren demasiado de nuestras ideas, que no podemos mantener allí”.
Ponen como ejemplo la prohibición para contenidos pro nazi en Francia o Alemania, olvidando casos en los que la expresión de la voluntad popular se contradice con la norma como indicador de que las leyes deben cambiar para hacerse eco de la evolución de la sociedad.
Dejan claro que siguen apostando por la libertad y que no entrarán en países en los que se ataque gravemente pero algunos recuerdan que la libertad de expresión está regulada por el derecho internacional de los derechos humanos, que no es diferente para cada país sino todo lo contrario. El artículo 19.2 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos lo deja claro:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”.
Sobre los motivos parece, después de leer las principales publicaciones internacionales, que el objetivo parece ser más económico que otra cosa: llegar a países como China, con 500 millones de usuarios que acceden de forma ilegal a Twitter, Facebook y Circles, desmarcándose de las dos últimas, podría ser uno de los objetivos, dicen algunos, de este movimiento.
Suculento mercado, sin lugar a dudas… para una aplicación que hasta ahora se mostraba poco ambiciosa pero que parece no poder resistir ya las ansias de crecer…
Esto en un primer momento, porque cuando muchos/as ya declarábamos no estar entendiendo muy bien las claves del asunto, llegaba a Twitter para confirmarnos que tampoco tiene muy claras las cosas, cuando horas después de “liarla” bien en la red de redes nos contaba que hecha la ley, hecha la trampa, que siempre existirá un enlace con instrucciones sobre cómo acceder a los tweets censurados.
El procedimiento, de lo más simple: los ciudadanos de países censurados podrán librarse del tema cambiando la configuración regional de la cuenta, o sea, declarando están en otro país. Ofrecen también la opción de elegir como localización “todo el mundo” para poder ver todos los tweets públicos, incluso los baneados, desde los países afectados …
O sea que no se entiende muy bien ya nada de la noticia del día.
En fin… que veremos cómo acaba esta nueva paradoja. Como siempre, las contradicciones, cuanto más acusadas, más resultan augurar el cambio. Y este mundo, pronto, no habrá quien lo reconozca.
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Es muy complejo el tema, Dolors, pero en mi opinión hay delitos que son delitos en cualquier país ( y si no lo es, debería).
Por mucho que nos gusta la libertad de la red, no queremos que ninguna plataforme dé apoyo ni ofrezca impunidad a los pederastas, o haga apología del terrorismo, por ejemplo.
Ocurre que la palabra “control” nos pone los pelos de punta, pero la red, como la calle, requiere de un cierto “orden público”.
Twitter, pese a ser una empresa, se ha constituído en un foro, espacio público de discusión. Y en los espacios públicos -por tanto políticos- deben prevalecer los acuerdos y normas de los ciudadanos: la legalidad, lo que previamente y entre todos hemos acordado que es o no legal.
Afirmo todo lo que plasmas en tu artículo; no se bien si los que hacen hoy ese dia de censura llevan mucho tiempo por la red o no, lo que si demuestran a mi parecer es que no se dan cuenta que la red es un ser vivo en si mismo y que lo que cortan por un lado crece por otro. Anoche leí un tuit de @mmadrigal ” La libertad de expresión necesita voces, no silencios”. Twitter se podrá callar hoy pero eso será una estadística al nivel de un TT mundial, lo que sí le haría daño es que todos hubieramos cerrado nuestras cuentas durante unos dias, y si no se hubiera retractado ya la web se encargaría de ofrecernos un servicio igual pero libre.
PD: a estas horas sigo pensando si usarlo hoy o no (al final lo usaré seguro), aunque me he saltado la censura para publicar esto antes de comentar tu post: “lo siento #censuratwitter pero nuestra perra está pariendo 3 vidas nuevas y que diga eso no me lo censura ni dios :D”
Buenísimo motivo para tuitear, sí señor. Y muchas felicidades y cariño a la mamá:)
El problema, estimada Reig, es que se ha impuesto un discurso sobre la red y twitter confundido y falso. A) no hay censura posible en la red. Que todos los modernos gurús y literatos del software libre un tanto de pacotilla recuerden el efecto Streisand. Uno se compra un dominio, pone su blog y ya puede poner sus mensjaes y difundirlos: luego de censura, rien de rien. B) Lo que sucede es que ha alabado y jaleado servicios como Twitter y Facebook como liberadores, cuando lo que crean es una fuerte dependencia de servicios que tienen las reglas de su propietario, que es el que decide quién publica y quién no: pone los términos de servicio, usa tus datos para darlo “gratis” (cuando comercia con tu conducta, que le regalas). En términos activistas, oh, la, la, todo el mundo diciéndole a la polícía quiénes son tus amigos, las fotos de sus caras, lo que lees, lo que planeas y donde te ves con ellos: genial. Basta tirar el servidor central de twitter (como se hizo con el twitter chino) o tirar Megaupload, cuando el sueño de la libertad de la red se termina. C) sólo se aprovecha el potencila de la red en sentido liberador y empoderador cuando tienes tu dominio, tu hosting y una herramienta controlada por ti. Ahora los periódicos alaban twitter porque, como nos gustaba ver en el amanecer de los blogs, no les sustituye ni les usurpa el espacio: ellos se quedan con la extensión y la refleción mientras usan twitter de fuente para que los twitteros se lancen a ponerse orgullosos de que sus soflamas sean pasto para un artículo en el que es el periódico quién sanciona lo importante. Se ha implantado un discurso de identidades digitales asociadas a twitter y a facebook que son la gran engañifa con la que el mundo tradicional, ese que se basa en el control de lo que se publica, ese que toma las decisiones en sanedrines con el poder político y ese que da valor a los relatos por su rendimiento publicitario, retoma el control e impone su agenda y sus criterior. Una gozada, vamos. Lo peor de esto, es que este discurso de falsas redes sociales y falsa liberación es jaleada por gurús que no hace tanto sostenían un discurso contrario.
Realmente es muy difícil formarse un criterio con informaciones muchas veces contradictorias. Uno de los problemas como algunos habéis comentado, es que ponemos nuestras aspiraciones de libertad en manos de empresas, que pueden cambiar las reglas del juego cuando quieran. Es obvio que si las cambian pueden encontrarse con que la gente abandone su servicio, peor tendrían que hacerla muy gorda para que eso sucediera. Y posicionarse sin tener toda la información no es muy recomendable, aunque haya quién lo haga. Porque solamente conocemos lo que nos están contando, nada más. Y ene so hay muchas palabras “vacías” que se pueden interpretar de multitud de maneras. La lucha por la libertad no será fácil, eso si que es seguro.