Es una noticia interesante para la evolución de las TEP (Tecnologías del Empoderamiento y la Participación): Estonia ha publicado en Github, en código abierto,  el código fuente de la parte de su sistema de e-votaciones que procesa los resultados, el primero en el mundo que permitió celebrar elecciones, referendums , a partir del DNI electrónico de sus ciudadanos.

El sistema funciona allí desde 2007 y creen que ha llegado la hora de darle la mayor transparencia posible, abriéndose a la vez a la ayuda de expertos civiles que puedan aportar su conocimiento al desarrollo de un software más seguro.

Ha habido problemas constantes desde su implementación y sus críticos expertos pedían precisamente esto, poder conocer a la perfección el funcionamiento del sistema. Hubo una discrepancia en los votos recontados en papel y online en 2011 e incluso ante una medida como la actual, se sigue desconfiando de los cambios que puedan haberse hecho entre el sistema de aquellas elecciones y el que ahora se ha liberado.

Tampoco se trata de lo que a muchos/as nos gustaría. Aunque personalmente me parece la semilla de un futuro sistema trasladable a todos los países, de momento es un trabajo licenciado en una versión bastante restrictiva de Creative Commons: Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License, que supone que se puede ver pero no servir de “framework” para desarrollos por parte de otras naciones.

En fin…. que surgen este y otros importantes matices, otras dudas. Entre ellas destacan las que también acompañaron al caso Islandés en cuanto a crowdsourcing de algunas de sus leyes, las típicas sobre la escalabilidad de un sistema creado para poco más de un millón de ciudadanos, por ejemplo.

También aparece una cuestión evidente para cualquier desarrollador: ¿cómo se sostiene algo así en términos de seguridad?  La regla general es que cuanto más accesibles son las “entrañas” de un sistema, más fácil es desarrollarlo en todos los sentidos, también hackearlo.

Sea como sera, lo que es indudable es que la idea del cambio hacia democracias más participativas, la necesidad imperiosa de hacer evolucionar sistemas que fueron creados y son eficientes para mundos que ya no existen, resulta cada vez más insoslayable.

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