Hablamos a menudo aquí de inteligencia colectiva, de cómo resultamos mucho menos manipulables cuando podemos compartir con los demás las informaciones que antes nos llegaban en soledad o que podíamos contrastar solo en “petit comité”. La viralización de la inteligencia, sin embargo, no está tan clara. Un artículo vinculado a la incciativa IIPAD – Initiative for Information Processing and the Analysis of Democracy combina recientemente la filosofía con la psicología social y la teoría de las decisiones para afirmar los peligros de la comunicación actual en red para la democracia, cómo ocurre en mayor medida en internet que el grupo y ciertas creencias erróneas pueden llegar a hacernos tomar decisiones equivocadas.
El tema resulta interesante si pensamos en participación, en la evolución de las democracias que reclamamos de acuerdo a las nuevas estructuras sociales que hacen mucho más fácil que nunca poner en práctica la racionalidad o irracionalidad del ciudadano, así que lo veremos con un poco más de profundidad.
Las cascadas informativas y el caso Sex and the City
Ocurría con un viejo libro, Love Letters of Great Men and Women: From the 18th Century to the Present Day (cartas de amor de grandes hombres y mujeres desde el siglo 18 hasta la actualidad), que en 2007 se situaba en la lista de los bestseller de Amazon y el fenómeno se pone como ejemplo de viralidad online. El interés por el mismo deriva de una escena en Sex and the City en la que la protagonista lee Love Letters of Great Men. El título era inventado pero cuando los fans de la serie lo buscaban en Amazon se les sugería Love Letters of Great Men and Women, de forma que la gente terminaba comprando este último. En seguida la computadora de Amazon (¿automáticamente? ) empezó a asociar el libro a otros items de Sex and the City, llegando a convertir el libro en el bestseller que mencionábamos.
Pues bien, según algunos autores esto es una muestra de “cascada informativa”, de individuos racionales basando sus decisiones no solamente en su información privada sino en las acciones de otros. Esto, añaden, puede tener proporciones masivas en el entorno online, resultando en acciones masivas irracionales.
En fin… sigue sorprendiéndome a veces el desconocimiento de las redes, la confusión de conceptos que muestran algunas afirmaciones, que terminan en falacias muy fáciles de desmontar: lo que puede provocar cascadas informativas de “irracionalidad” y que se identifica como fenómeno de viralidad social es ¡Amazon!. Si bien son los compradores los que toman la decisión final de comprar el producto, todo parte de un error inducido por el sistema de recomendación. No es la masa sino el algoritmo de Amazon el que “falla” por segunda vez al asociar todo tipo de merchandising de Sex and the city con el libro, tema que debería hacernos pensar en la necesidad creciente de aplicar filtros humanos (y/o honestos) a muchos de los sistemas automatizados (y/o deshonestos) que conocemos.
No me parece que en base a lo anterior se pueda hablar de irracionalidad humana en redes pero tampoco que puedan darse los saltos conceptuales que vienen a continuación. Y es que entre los peligros de dejar que sean “las masas” quienes opinen por sí mismas se citan un par de sesgos cognitivos o de errores a los que se tiende cuando se actúa presionado por un estímulo social.
Polarización en los grupos: ocurre menos online y menos aún en redes sociales.
De lo que sí nos habla el caso del libro es de la necesidad de perfeccionar las TEP en su vertiente política, de Tecnologías de la participación democrática. Como individuos críticos en tiempos de redes, además, se nos aconseja ser conscientes del peligro de dos fenómenos ampliamente conocidos desde la Psicología social: el de la polarización y el de la información selectiva (también llamado homofilia).
La polarización ocurre cuando un grupo tiende a adoptar opiniones más radicales después de una discusión, llegando incluso a la constatación de cambios de opinión en individuos que antes no las mantenían. Se produce en caso de conflicto con otros grupos una necesidad de identificación grupal aumentada, de sentirse más integrado en el propio grupo adoptando puntos de vista más extremos de lo habitual.
Y de nuevo creo que se tiende a confundir conceptos: NO es lo mismo grupo que red y si bien sí que ocurre ese tipo de comportamiento irracional en grupos y comunidades cerrados (algunos periódicos digitales son claros ejemplos de ello), on y offline, hablar de su viralización es mucho más discutible. Ocurre, por el contrario, como sabemos los navegantes habituales de twitter, que no se produce la polarización con tanta fuerza en “redes”, cuando el vínculo que nos une al grupo resulta mucho más flexible (recordemos que se traslada aquí el concepto de lazos débiles de Granovetter) y no actuamos como masa sino como individuos conectados. Pertenecemos cada vez a más comunidades pero el lazo que nos une a ellas y por lo tanto la independencia de nuestro criterio es cada vez mayor. Cuando estamos en lugares como twitter (cuando hablamos “en red”, como hemos dicho en ocasiones) no opinamos, discutimos, como lo hacían algunas comunidades clásicas, en un entorno cerrado y aislado del resto sino todo lo contrario, en una plaza mucho más pública y por lo tanto más permeable que nunca antes.
Es cierto, dicho de otro modo, que en un momento dado de forma muy rápida puede viralizarse un bulo, una mentira, manteniéndose incluso como trending topic durante un tiempo en twiter, pero en seguida emergen de la inteligencia colectiva datos que la contrastan, que la matizan. ¿Cuánto hubiese durado el equívoco de Amazon y las Cartas de amor si el tema hubiese pasado a formar parte de la conversación en redes?
Homofilia: Confundiendo comunidades cerradas y buscadores con redes sociales
Así, resulta evidente que twitter, la comunicación en red en general está repleta de matices, de pequeños acuerdos y también pequeños desacuerdos con los puntos de vista de los demás, tema que hace más difícil en redes sociales el fenómeno de la homofilia, de la burbuja informativa o de las “habitaciones con eco” de las que se habla también en psicología social. Si bien es cierto que en foros cerrados, a imagen y semejanza de lo que ocurre en el mundo online tienden a perpetuarse las informaciones y personas que confirman puntos de vista previos (la metáfora de “los ecos” resulta gráfica al respecto), no ocurre lo mismo en redes, lugares en los que la diversidad, el intercambio entre opuestos resultan casi inevitables. Incluso si se sigue a muy poquita gente en redes comunicativas genuinas, como twitter y precisamente por su carácter viral, es complicado vivir aislado del resto.
Si bien es cierto, como nos dice Hendricks, que Google o Facebook diseñan algoritmos que intentan mantener al margen la información irrelevante, seleccionan la información según el comportamiento pasado de los usuarios con el fin de personalizar la experiencia, también lo es que más que nunca podemos tomar medidas, pertenecer a muchas y mucho más diversas comunidades y asegurarnos estrategias de exploración alternativas, como siempre comentamos cuando hablamos de “Entornos informativos personalizados”.
Hablando en serio
Es importante, creo, en tiempos de banalización de twitter por su creciente confluencia temática con la televisión, llevar a las redes, cuestiones más serias, tópicos más relevantes para la evolución de individuos y sociedad. Así que bienvenidos sean los intentos de mejorar los flujos informativos que se producen en los entornos sociales actuales, bienvenido cualquier plan de educación de la participación que quiera potenciar la independencia de criterio y el pensamiento crítico, pero con matices, con la adaptación pertinente de las ideas formuladas para otros grupos, para otras personas, en otros tiempos.
Las redes son algo nuevo, configuran nuevos tipos de relaciones (la sociedad aumentada que fundamenta Socionomía), construyen un nuevo tipo de individuo (el que llamamos individuo conectado) y por lo tanto cambian no todos pero sí muchos de los fundamentos de la psicología social y la sociología de otros tiempos.
Imagen: Yakanama en Flickr
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Un comentario en “No somos más irracionales en redes”