Me ha gustado encontrar el tema en The Atlantic porque lo pienso desde hace tiempo: nos equivocamos cuando hablamos de la historia de la Web 2.0. O por lo menos si a los que nos referimos es al uso de internet para el intercambio, la interacción social, que no empiezan en absoluto con la aparición de Facebook, Twitter, MSN y demás, sino que son tan antiguos como la propia red.

Muchos/as empezamos en internet hace años, allá por los 90 en Foros, chats, icq, irc y demás hierbas tanto o más sociales que lo que hoy englobamos bajo el equívoco epígrafe de web social.  De hecho cuento a veces cómo mi primera aproximación a la web fue ya social: desempaquetado e instalado el módem, a media tarde de un 31 de diciembre y durante mi primer chat, alguien desde Japón vivía ya en el año siguiente y nos felicitábamos el año nuevo. El tema siguió compartiendo las diferencias culturales en cuanto a la celebración hispánica y japonesa y fue toda una experiencia de globalización e interculturalidad.

Era la primera vez que internet aumentaba el alcance de mi sociabilidad y me pregunto si para todos/as hubiese triunfado del mismo modo si no hubiera sido así…

No hay burbuja para lo social. digo también a menudo e Internet (que no la web como aplicación de la primera) nace, crece y se reproduce con la fuerza con que sigue haciéndolo hoy, alimentado de la necesidad y voluntad humana de intercambiar, de compartir, de colaborar.

Facebook, Twitter, la eclosión comercial masiva de las redes sociales, han significado que la mayoría esté participando del fenómeno. Parece, sin embargo,  según evidencias por parte de empresas de analítica, que todavía existe una internet social “oscura”. Son muchas las visitas a sitios que no provienen de las redes sociales y de difusión mayoritarias, cuyo origen, de hecho, es imposible de determinar. Según el estudio en The Atlantic que os citaba,  el 69% de los referentes sociales no lo son de redes sociales masivas (Facebook emitiría el 20% de tráfico y Twitter el 6%), sino que llegan a los sitios desde programas de email, mensajería instantánea, etc.

En otras palabras, aunque los datos podrían estar amplificados por el detalle de que algunas aplicaciones móviles también hacen imposible determinar de dónde proviene la visita, parece que todavía compartimos mucho en privados, mediante sistemas tradicionales y limitados en número de destinatarios como el mail. No olvidemos tampoco que cuando estamos “logueados” en Google o si usamos la opción de navegación segura de Twitter y otras redes sociales,  también convertimos en privada nuestra navegación.

En fin.. resulta curioso que formen parte de esa internet social “oscura” tanto los colectivos menos “alfabetizados digitalmente”, los que todavía comparten a través de mail y los más avanzados, que es probable que estén navegando de forma segura conscientemente.

En todo caso y teniendo en cuenta que cada vez se utiliza en menor medida el mail, que las generaciones más jóvenes están sustituyéndolo cada vez en mayor medida por mensajes en redes sociales, parece que las necesidades de formación en términos de navegación consciente y protección, en la medida en que se considere importante, de la privacidad, se hacen cada vez más urgentes.

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