Era noticia hace un par de días la detención de la “cúpula” de Anonymous, mostrando una vez más la dualidad, incluso contradicción de culturas entre internet y la calle. Resulta absurda cualquier detención de “la cúpula” de anonymous cuando se trata de un movimiento (no sé si llamarlo organización) distribuido en red, resultando este modelo contrario a la propia idea de jerarquía.
Sea como sea, en sí mismo o desde extensiones tan potentes como Wikileaks o la que comentamos hoy, lo que está claro es que su hacktivismo está presentando alternativas interesantes e impensables un tiempo atrás a cosas tremendamente consolidadas en nuestra sociedad como el propio dinero.
Bitcoin, en rápida expansión en los últimos tiempos, resulta una iniciativa curiosa. Constituye, siguiendo y ampliando su definición en Wikipedia, una primera implementación del concepto llamado criptomoneda, descrito por primera vez en 1998 por Wei Dai en la lista de correo electrónico Cypherpunk y se trata de una nueva moneda, diseñada por un hacker anónimo y que es usada para comprar y vender cosas. No se trata de un artefacto de ficción cyberpunk al estilo novelesco de Snow Crash o Neuromancer sino de una moneda electrónica descentralizada y valorada varias veces más que el dólar Estadounidense, la libra británica o el euro.
Al contrario que la mayoría de las monedas, Bitcoin no depende de la confianza en ningún emisor central (se autodefinen como moneda P2P), sino que recurre a una base de datos distribuida en varios nodos de una red P2P para registrar las transacciones. Utiliza la criptografía para proveer funciones de seguridad básicas, tales como la garantía de que las bitcoins solo puedan ser gastadas por su dueño, y nunca más de una vez.
El diseño de Bitcoin permite poseer y transferir valor anónimamente. Las monedas pueden ser guardadas en cualquier ordenador en la forma de un archivo “monedero”, o custodiadas por un tercero que ofrezca el servicio de almacenar ese tipo de archivos. En cualquiera de los casos, las bitcoins pueden ser enviadas por medio de Internet a cualquiera que tenga una “dirección Bitcoin”. La topología P2P de Bitcoin y la ausencia de administración central hacen imposible para cualquier autoridad, gubernamental o de otro tipo, la manipulación del valor de las bitcoins, siendo imposible aumentar su cantidad arbitrariamente para generar inflación.
Su crecimiento está siendo importante durante los últimos meses (tenéis en el enlace listado de servicios que aceptan esta moneda), prometiendo ya ser un fenómeno de la magnitud de Wikileaks. Con una capitalización estimada hoy de 100 millones de dólares, parece estar evolucionando desde proyecto teórico tecno-anárquico de libertarios y hackers a algo mucho más importante.
El tema no se queda ahí y es que está surgiendo, en paralelo, para mayor preocupación de los mercados financieros, un mercado anónimo en el que gastar y conseguir bitcoins. El primero de una larga serie seguramente por venir se llama Silk road.
No nos quedemos con la anécdota: cualquier primera apropiación de cualquier evolución tecnológica es mucho menos elaborada que las que le han de suceder (recordemos la temprana vinculación de la imprenta a pasquines pornográficos).
Así, a día de hoy, como en los mercados negros tradicionales, lo más comprado y vendido a día de hoy son drogas recreativas. El plus de no trazabilidad, de anonimato que añaden, con TOR, también un desarrollo libre popular por ser parte también del entramado de Wikileaks y destinado a encriptar las comunicaciones, acerca Silk road a ese tipo de productos, pero estoy segura de que evolucionará.
Tiene solo 4 semanas pero parece viable y sobre todo da que pensar, una vez más, sobre la potencia de Internet para presentar alternativas. No está exento de sospechas, como la que acerca Bitcoin a las estafas piramidales (algunos críticos comentan que los “early adopters”, los primeros usuarios, podrían tener ventaja, resultando sus dólares más valiosos que los de usuarios posteriores). Además, como aprecia Kevin Kelly recordando la máxima “cypherpunk”, la encriptación es económica y cualquier cosa puede ser hackeada si se tiene el suficiente dinero, así que es probable que si el tema evoluciona veámos múltiples intentos de estafa en él.
Pero el pesimismo no está, desde luego, en su espíritu. Decían desde los foros de Bitcoin:
Silk Road está en su tercera semana y estoy muy contento con sus resultados. Hay varios compradores y vendedores buscando acuerdos sobre precios y a día de hoy se han realizado 28 transacciones. ¿Qué le falta? ¿Qué funciona? ¿Qué queréis que creemos? ¿Qué obstáculos se auguran para el futuro de Silk road? ¿Qué oportunidades? La opinión general de la comunidad es que estamos creando algo realmente grande, algo que puede remover muchas cosas.
En fin…, más allá de consideraciones morales, que he querido dejar fuera de esta entrada, lo que resulta indudable es que los mercados anónimos son una nueve especie y alterarán, en cierto modo, avisa Kevin Kelly, el ecosistema financiero, pero es extraño que una sola especie altere las dinámicas de una ecología tan desarrollada como la capitalista. O, añado, la de los mercados negros.
Resultan así, en mi opinión desproporcionadas y poco objetivas para Bitcoin, Tor y otras tecnologías asociadas al hacktivismo, las acusaciones que se le vienen haciendo en EEUU, según algunos por su relación con Silk road en relación al narcotráfico.
Como muchos otros males de nuestra sociedad, también resulta que los mercados negros y las drogas ilegales nacen ahora en internet. Seguimos matando al mensajero, seguimos, como me recordaba un compañero en twitter, mirando el dedo que apunta, por no ser capaces de mirar al sol.
Tiempos contradictorios para la libertad en internet….de cualquier modo seguiremos atentos…
Actualización: Gracias, Artur por la referencia del vídeo en español y tus comentarios en twitter.
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