Quizás el de la política sea el último eslabón en la transformación de nuestras personas y sociedades hacia la Sociedad aumentada, pero sin duda llegará. La política 2.0 será, sin lugar a dudas, uno de los ámbitos privilegiados de apropiación de las tecnologías para el ciudadano, el más importante de entre los múltiples que abarcarán las siglas de lo que denominaba hace un tiempo Tecnologías del Empoderamiento y la Participación, las TEP. Algunos Gobiernos, como el de Chile, ya las han incorporado, ya trabajan e investigan sobre cómo desarrollarlas. Estaré mañana con ellos, en Santiago de Chile y en el marco del Programa de Participación Ciudadana. El título de la ponencia pública es Redes sociales para la e-democracia.
Ni soy ni pretendo ser especialista en política sino en la psicología (la motivación, la felicidad, la educación) del individuo conectado y la forma en que será este tipo nuevo de persona el que construirá la sociedad (llamémosla la sociedad de la participación) que está por llegar. Desde este punto de vista, estos son algunos aspectos sobre los que trataré:
Disonancia cognitiva: creando la sociedad de la participación
Vivimos hoy, creo -viven en mayor medida las poblaciones más jóvenes-, tiempos de disonancia cognitiva entre lo que Internet y la realidad off line nos ofrece en cuanto a muchos aspectos, pero sobre todo en cuanto al empoderamiento y a las posibilidades de participación en las nuevas ‘redes sociables’. El de disonancia cognitiva es un término creado por Festinger (1957) y demostrado por neurocientíficos como Gazzaniga (1985) y se refiere a la tensión que se produce cuando existen contradicciones entre ideas, entre aspectos importantes de lo que se piensa, o entre lo que pensamos, lo que vamos interiorizando y la realidad. Cuando aparece de modo constante en nuestras vidas produce malestar, de forma que tendemos a la generación de ideas, actitudes o comportamientos que la resuelvan.
En el caso de la Red y el mundo off line, los niños, maestros en mostrar con transparencia lo que sienten y desean, lo expresan muy bien cuando les damos voz y preguntamos acerca de cómo querrían el futuro en relación a las tecnologías (Lattitude, 2011). No lo dudan en absoluto: quieren una realidad más parecida a lo que viven en lo virtual. Piden mayor integración entre la web y la realidad, de acuerdo con su percepción, ya completamente posdigital y de ausencia de barreras entre ambas. La Red se vive cada día menos como forma de evasión y más como entorno que mejora la realidad. Y no estamos hablando solamente (que también) de artificios tecnológicos que aumentan la riqueza estimular, haciendo más amena una realidad a veces aburrida sino, sobre todo, de que cuando estos niños se conviertan en jóvenes reivindicarán – están pidiendo, de hecho- la posibilidad de poner en práctica los valores, actitudes que han aprendido on line. Así, sin negar la importancia también de factores socioeconómicos estructurales en el movimiento indignados (como los altos índices de desempleo juvenil, presentes en muchas de las revoluciones sociales contemporáneas), una explicación importante de sus orígenes estaría en esta disonancia cognitiva, en una vivencia en Internet, sobre todo en el aspecto de la participación, que no se corresponde con lo que proporciona el mundo off line.
¿Cómo aceptar que se participa en la vida política una vez cada cuatro años cuando se está acostumbrado a votar (likes, plus, retweets) constantemente, en los más diversos ámbitos, cualquier idea o información on line?
Podemos verlo como una evolución desde la interacción y la conversación a algo más elaborado. A veces definidos como micromedios, como micropoderes, los ciudadanos tenemos más voz, somos más poderosos después de haber vivido la experiencia de la participación on line. Nos hemos acostumbrado a conversar, como nos decía el Cluetrain Manifesto, en unas redes sociales que aplican una capa interactiva, con las empresas, los partidos y gestores políticos, entre otras muchas instancias. Pero empezamos a echar de menos la significación de esas conversaciones, comprobar que en efecto se nos escucha, que toda esa participación es de verdad.
En otras palabras, después de haber entrado en la conversación deberemos demostrar, como marcas, como profesionales, como gestores políticos, que hemos escuchado, aprendido y sabido cambiar en consecuencia. No se logra implicar a los ciudadanos solamente por dejarles conversar; hay que demostrarles que su aportación cambia las cosas.
E-democracia y bienestar: recuperando la confianza
Conseguiremos con ello mayor implicación política, tanto en adultos (Pew: 2011) como en jóvenes. Estudios recientes desde la UOC y la Universidad de Salamanca confirman recientemente lo que la Fundación MacArthur (James et al.: 2009) ya destacaba: es complicado desvincularse de la política en internet. De hecho aquellos jóvenes que persiguen sus intereses online son los más implicados en cuestiones cívicas offline: pasar tiempo en comunidades online parece promover la implicación con la sociedad, la implicación política, el voluntariado, la solución de problemas comunitarios y las actividades de protesta.
En este sentido en Londres, por ejemplo, The Online Neighbourhood Networks Study (2010), mostraba que los participantes en entornos online hiperlocales (como soporte a la comunidad local) muestran los efectos positivos de este tipo de comunicaciones en cuestiones como reforzar el sentimiento de pertenencia a la comunidad, el sentido democrático, la buena vecindad y una mayor implicación en el territorio. En cuanto a la crisis de credibilidad que muchos opinan que la clase política sufre (Castells: 2009), el tema resulta importante, destacando cómo los participantes en el estudio manifestaban actitudes más positivas hacia los agentes públicos cuando estos desarrollan su presencia online.
En resumen, la e-participación sirve, según para Trechsel et al. (2003) para:
• Aumentar la transparencia de los procesos políticos.
• Mejorar la implicación de los ciudadanos.
• Mejorar la calidad de la formación de opinión, abriendo nuevos espacios de información y deliberación.
Más (motivar) y mejor (educar) participación:
No hablamos de algo baladí cuando nos referimos a implicación. Escribía hace poco en De las felicidades ficticias al protagonismo de la historia sobre la importancia de la co-responsabilidad, de recobrar el protagonismo en todos los ámbitos que nos afectan. Se trata del conocido como “eutress”. A pesar de que nos releguemos a veces a actitudes pasivas y cómodas, no se trata de verdadero bienestar. Como decíamos allí: “Nos hace, según diversas investigaciones en psicología, más felices ser “jugadores” que telespectadores, “agentes activos de nuestra salud” que “pacientes”, aprender que “ser enseñados”, ser “votantes” que súbditos y así hasta el infinito de ejemplos que lo son también de ámbitos en los cuales las TEP deben desarrollarse mucho más.”
Es imprescindible, así, motivar en las sociedades en las que esté inhibida, mejorar en las que la tengan abundante, la imprescindible participación. No me sirven los argumentos que desconfían, que tachan de irracional la voluntad humana. Si bien es cierto que nos dejamos llevar a menudo por distintos sesgos cognitivos, en algunos casos facilitados por la presión social o de las masas, podemos aumentar nuestra consciencia para evitarlos, convertirnos en ciudadanos menos manipulables, más críticos y en definitiva más libres.
Casos concretos de TEP:
Veremos también cómo es necesario también avanzar en el aspecto más tecnológico de las TEP, proyectar la utilización de las mismas para facilitar procesos de participación social existentes o diseñar procesos nuevos, imposibles sin ellas. Actuable, Twitter, Facebook, los Wikis, Ushaihidi, N-1, nos han prestado en los últimos tiempos interesantes ejemplos (o contraejemplos) de cómo podríamos pensar los procesos y sus herramientas. Concretaré en cuatro casos importantes o que aportan distintos matices:
-Participación cívica, Crowdsourcing solidario: Ushahidi (adapto definición en Wikipedia): ejemplo de TEP basado en mobile y geolocalización, se trata de una plataforma de Internet que permite mapear información vital en zonas de catástrofe o de conflicto. Se ha utilizado en varios casos de participación cívica, como en Kenia para recibir denuncias de violencia durante la crisis postelectoral a principios de 2008. Gaza, República Democrática del Congo y África del Sur le han dado usos similares. También ha resultado útil para monitorear elecciones en la India y en México, rastrear el virus de influenza H1N1 y apoyar los esfuerzos humanitarios después del terremoto de Haití de 2010, el seísmo de Chile del mismo año, la crisis de Libia de 2011 (apoyó las acciones de protección a civiles del Consejo de seguridad de la Organización de las Naciones Unidas) y las inundaciones que afectaron a Colombia entre 2010 y 2012. Su software es de código abierto y puede ser libremente adaptado.
-Participación política, el caso de Islandia: Después de su colapso financiero, Islandia creaba un Consejo Constitucional formado por 25 ciudadanos elegidos al azar para redactar la constitución. Wikis como plataformas básicas y Facebook o Twitter como complementos del diálogo con toda la población, todo el proceso mostró transparencia mediante streamings. Como comenta Bernardo Gutiérrez, sin embargo, su mecanismo de participación puede ser válido para un país de 319.000 habitantes pero no para otro mayor.
-Participación política, Crowdsourcing político en lo local: Gabinete Digital es un buen ejemplo de participación local. Resulta ser un canal para la participación y el diálogo entre el gobierno y la sociedad. Conectado directamente a la Oficina del Gobernador pretende incorporar nuevas herramientas participativas, que ofrece diferentes oportunidades para los ciudadanos de influir en la gestión pública y ejercer un mayor control social en el marco del Estado. Los canales abiertos por el Gabinete importantes resultados digitales han conducido ya a la generación de políticas públicas y la definición de acciones por parte del gobierno de Rio Grande do Sul, en Brasil. También es una plataforma de código abierto.
-Irekia, en el País Vasco, constituye también un buen ejemplo de Gobierno Abierto. En cuanto al ámbito concreto de la participación, la idea es la de que todas las leyes, decretos, medidas o decisiones de otro tipo que tome el Gobierno puedan ser debatidas, valoradas, criticadas y completadas (incluso antes de su elaboración) con las opiniones de la ciudadanía, cuyas propuestas también pueden discutidas y analizadas.
A todos ellos se suma el portal de Gobierno Abierto del Gobierno de Chile, una iniciativa, sin duda prometedora para una mejor participación en el lugar.
Entrada leída 1522 veces desde Abril de 2022
Estimada Dolors, el artículo es muy interesante y completo, muchas gracias por compartirlo. Las redes sociales tienen cierta capacidad de hacer a la ciudadanía partícipe de la vida política, pero lamentablemente la mayoría de las veces sirven únicamente como herramienta para el recurso al pataleo. En otras ocasiones, las herramientas de participación vienen impuestas desde arriba (lo cual no deja de ser lógico porque cualquier iniciativa de una administración pública, por muy honesta y legítima que sea, ha de provenir de sus poderes públicos). Su análisis es inspirador; es la forma de que estas iniciativas (y otras por venir) salgan adelante y nos permitan participar a todos en la toma pública de decisiones.
El dilema al que se enfrentan las sociedades avanzadas actuales es más profundo que la mera implementación de los recursos que ofrece Internet, es una cuestión de incompatibilidad entre el auto-gobierno personal y el gobierno del estado. Los jóvenes quieren más soberanía y libertad personal, y ya no quieren ser gobernados, sino simplemente administrados; no quieren “autoridades” sino “gestores”. Esto significa un replanteamiento total de la función misma de la democracia, y la tarea de la e-democracia es hacer posible esta transición.
Esta tesis la expone Jaime Despree en su ensayo: “eDemocracia para indignados. La democracia sin partidos políticos”.