Tips científicos para pensar mejor (1)

Inicio con este una serie de 4 entradas sobre algo que me preocupa especialmente desde hace un tiempo. La inquietud se ha avivado durante los últimos días, especialmente ricos en exposición a falacias de muy diversos tipos (el debate anoche sobre educación en televisión fue prolífico al respecto…)

Estudié una psicología especialmente vinculada con la filosofía, teniendo la suerte así de decidar parte de la que todavía considero mi formación básica en la universidad de Barcelona al estudio de una lógica que se completaría después con el de los muchos sesgos cognitivos que nos acechan.  He estado refrescando todo lo anterior durante los últimos tiempos: Blink sobre la intuición y sus mitos o The Tipping point como aperitivos ligeros y Thinking fast and slow como lectura mucho más elaborada sobre las trampas de nuestro pensamiento o Everything is obvious one you know the answer, de Duncan Watts, que desmiente la convenciencia de utilizar un sentido común que no parece demasiado certero.

Muchas de las ideas que recogen están en el libro que publica cada año el editor de Edge John Brockman y que consiste en la realización de una misma idea, la de preguntar a grandes pensadores sobre algún aspecto de interés. En 2010 preguntaba si internet estaba cambiando la forma en que pensamos, mientras que en 2011 la pregunta es “¿Qué concepto científico nos ayudará a mejorar nuestro equipamiento cognitivo?”

El libro es This Will Make You Smarter: New Scientific Concepts to Improve Your Thinking (el texto completo con todas las respuestas está disponible online) y constituye una antología de 151 aspectos a tener  en cuenta si queremos lo que comentábamos, aprender a pensar mejor y a la vez, a detectar el pensamiento erróneo en los que nos rodean.

En tiempos de sobreabundancia informativa ambos aspectos parecen esenciales, así que dedicaremos algunas entradas a destacar los ejemplos que me han parecido más relevantes:

-Reconocer la Importancia de nuestros límites: David Eagleman explora el concepto de “the umwelt”, del biólogo Jakob von Uexküll en 1909. La idea es que distintos animales en el mismo ecosistema eligen distintos elementos de su ambiente y por tanto viven en distintas microrealidades basadas en el mundo que son capaces de detectar.  No vive, obviamente, del mismo modo un murciélago que un perro en el mismo ecosistema.  Eagleman destaca la importancia de reconocer nuestro propio “umwelt”, de darnos cuenta de los límites de nuestra percepción de la realidad y reconocer que nuestro mundo no tiene porqué ser el único posible. Lo he utilizado como respuesta en alguna charla ante las resistencias excesivas a internet, derivadas en ocasiones de que no se ha pasado el tiempo suficiente como para poder juzgar sus cualidades. Sirve también para reconocer que no existe una única vivencia de la red y que distintos colectivos conocen facetas totalemente distintas de un mismo lugar.

El tema me ha recordado también al del sentido común, que tomamos como cierto cuando está totalmente mediatizado por cuestiones como la cultura.

-Ilusión de enfoque: En el caso de Daniel Kahneman, autor de uno de los libros con los que empezábamos, contempla en el libro la ilusión de foco, la tendencia a juzgar de forma errónea el impacto de ciertas circunstancias en nuestro bienestar. Se explota desde el marketing y consiste en que cuando inducimos a la gente a creer que deben tener cualquier bien de consumo, se exagera la diferencia que el bien en cuestión tendrá en nuestra calidad de vida: no seremos nadie si no compramos ese coche, si no bebemos esa bebida. El efecto es distinto entre tipos de objetos, dependiendo de la medida en que atraen nuestra atención durante periodos continuos en el tiempo. Así, propone Kahneman, la ilusión de foco es más probable en el caso de los asientos de piel para un coche que para los audiolibros, por ejemplo.

Los políticos son especialistas en el tema de exagerar la importancia de cuestiones en las que enfocan nuestra atención. Los uniformes escolares, por ejemplo, pueden mejorar el rendimiento en las escuelas, se ha dicho en ocasiones. O que determinadas reformas, educativas, sanitarias, etc. pueden mejorar de forma radical la calidad de vida de los países en los que se proponen  Seguro que son cuestiones importantes, dice Kahneman, pero la diferencia será más pequeña de lo que parece cuando se enfoca nuestra atención en ese tipo de cuestiones.

 

En fin… seguimos pronto con más sesgos y precauciones, pero antes quiero recordar y recordarme a mi misma que todo ello no sirva para convertirnos en seres insoportables al quite de cualquier fallo en los demás.

Teniendo en cuenta uno de los sesgos más frecuentes, el llamado Error fundamental de atribución, por el que tendemos a atribuir a los demás culpas internas (Juan ha suspendido) y a eludir en nosotros mismos cualquier tipo de responsabilidad (a mi “me han” suspendido),  sería fácil que solamente aprendiésemos la mitad de la decena de lecciones que nos vienen.

 

Resto de entradas:

Consejos científicos para pensar mejor (2): positividad y error.

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20 comentarios en “Tips científicos para pensar mejor (1)”

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  6. Realmente hay tantas percepciones de la realidad como personas. Me gusta la expresión Zen de que “el observador es lo observado”.
    Esto es en referencia al apartado de “Reconocer la importancia de nuestros límites”.

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