Un jardín de nubes curadas para los libros, o el libro de la humanidad.

Lectura como servicio, decíamos hace un tiempo. Y quedó en el tintero digital comentar algunas cosas más al respecto del que está siendo uno de los temas fundamentales del año 2010 en el ámbito hispano: el e-book y sus mercados, el e-book y su futuro, el e-book y sus posibilidades, los atisbos de cambio en el negocio de la industria editorial ante la cada vez más difícil supervivencia del libro en la era digital.

Hoy he vuelto a recordar la frase del contradictorio pero en ocasiones certero Nietzsche: Cada nueva era aparenta ser demoníaca para la que convierte en obsoleta.

Porque infinitamente más allá de lo que el formato, la materia, pueda albergar, dentro de muy poco tiempo (la popularización del iPad va a tener mucho que ver en ello), están las posibilidades que abre este nuevo Universo de hiperconexión abundante que, paradójicamente y cerrando el círculo, nos parece mucho más humano y natural, afín a nuestra cognición, que nunca.

Hay algo de metafísico, algo parecido al pensamiento, algo inmaterial, en cada conexión.

Dicho en otras palabras, vivimos en la época de las redes. Nuestro sistema nervioso no es más que una vasta red neural capaz de generar fenómenos emergentes tan importantes como lo que percibimos de forma subjetiva como pensamiento.

En la conexión está el conocimiento, una idea potente que extraigo de un comentario de Mark Pesce, que a su vez lo extrae de “Máquinas literarias”: todo texto es hipertexto.

No sé cómo será el futuro lejano del libro, o si lo tiene desde una perspectiva de bits libres. Vendrá determinado, muy probablemente, por algunos de los valores generativos, las cosas no copiables que aportan valor añadido sobre las que podemos conseguir de forma gratuita en este ecosistema de bits abundantes y libres de la web.

 

Pero antes, en muy poco tiempo, el modelo intermedio para los libros podría ser, como venimos defendiendo desde hace tiempo, el de Spotify, como servicio que, libre o bajo cuota, permitiría acceder “en la nube” a cualquier libro de catálogos preferentemente amplios. Libros como servicio, libros en streaming,

Se vislumbra un modelo temporal, transitorio, de rentabilización de la cultura escrita tradicional a través de suscripciones, permisos de acceso a Universos protegidos, curados, en jardines vallados aéreos (en la nube) de lectura como servicio.

Y es que, como bien describe Mark Pesce, recordándome lo que ya ocurrió durante alguna oscura etapa blogosférica espero que olvidada, va a resultar difícil que el modelo de negocio editorial respete la naturaleza hipertextual de los ecosistemas en lo digital.

Dicho en otros términos, si lo que es escaso ahora es la atención y así como malos consejeros sobre blogs intentaban disuadirnos de algo tan sano como el enlace, el reconocimiento objetivo a la una idea que, por naturaleza y justicia histórica, casi siempre es anterior, parece difícil que desde el mercantilismo se permita saltar con alegre libertad entre párrafos, fragmentos, obras o formatos.

Así, es evidente que los ebooks de Amazon, los libros digitalizados siguen sin adaptarse a los ecosistemas digitales, continúan siguiendo leyes ‘centrífugas’, intentando retener la atención del consumidor en función de tasas varias y no de la coherencia lógica de las cosas o el placer del consumidor de cultura.

La misma lógica siguen los periódicos, los medios digitales cuando apuntan escasamente a artículos generados por el usuario, mostrando que siguen sin entender la lógica de reciprocidad casi inherente a las redes. Leía hoy algo preocupante, que no me termino de creer (más allá de splogs) y que apunta en este sentido: cada vez son más los UGM (Medios generados por el usuario) que apuntan a periódicos, a medios tradicionales digitalizados. Y eso sin ningún atisbo de viceversa.

La honrosa excepción es, como siempre, la generosa Wikipedia. No es casualidad que un artículo que explica de forma más social que tecnológica el Cloud Computing aparezca como recomendado en wikipedia y sea a la vez el artículo más visitado de este blog.

 

En fin…lo que auguro para el futuro más inmediato del libro digital es la creación de ecosistemas de hiperconectividad, de hiperconexión mejorada:

Es difícil imaginar la supervivencia de un escenario de pago que limite el carácter hipertextual de la información hoy, así que la solución podría estar en el pago por suscripción a una especie de “biblioteca privilegiada”. Puedo elegir de forma lineal, pero a la vez, un sistema de recomendaciones inteligentes me ofrece opciones para no hacerlo, para saltar de un contenido, de un autor a otro con toda la libertad que mi propia construcción conceptual merece y precisa.

 

Por si no me he explicado, el valor que añadiría este tipo de entorno cerrado alternativo a la www (wide, demasiado wide a veces) sería que podría funcionar (los lenguajes semánticos, los agentes inteligentes pueden ayudar mucho a ello) como “Content curator”, prescriptor de las sucesivas lecturas.

Orientación, desambiguación, tutoría, recomendación automática o incluso social, a través de lo que lectores previos hayan considerado de cada lectura si añadimos al sistema una capa de conexión a la comunidad (esto último resultaba un anuncio reciente de Amazon, con un nuevo software para Kindle que lo conectaba con los Social media)

Y no…tampoco esta idea es nueva. Antes que la red estuvo el eslabón perdido Xanadú. La utopía de Ted Nelson puede volver ahora y ser una solución temporal al negocio editorial, una forma de no negarse a las bondades del hipertexto sin perder lectores, todo de la mano del concepto de la ‘transclusion’ o el de transcopyright, como posibilidad de extender la vida del copyright.

“La idea de Xanadu consistía básicamente en concebir un documento global y único “docuverse”, que cubra todo lo escrito en el mundo, mediante una gran cantidad de ordenadores interconectados, que contenga todo el conocimiento existente o, mejor dicho, información en forma de hipertexto.

Se pretendía crear un mar de documentos relacionados mediante enlaces hipertextuales, todos disponibles (aquí podemos ver una premonición de la World Wide Web). A esto se unía un sistema de gestión y cobro de derechos de autor, de tal modo que si alguien utilizaba una obra ajena, la citaba, o la incorporaba a una suya, el sistema se encargaría de rastrear la reutilización, cobrar por ella, y hacer llegar al propietario la cantidad devengada (este sistema todavía no se aplica a la Web).”

Fuente: Wikipedia.

Influye en la utopía que elijo seguir imaginando tal vez el cansancio (voy todavía camino de casa), los amigos/as que he conocido en Málaga, en Donosti, en Vitoria durante los últimos días, Steven Johnson y su muy recomendable libro (Sistemas emergentes, o qué tienen en común hormigas, ciudades, neuronas y software), con sus colonias de hormigas, los vecindarios, nuestro propio cerebro funcionando como organismos únicos, la utopía de Kelly, con la tecnología aumentándonos, convirtiéndonos de forma progresiva en “The One”, el Conectivismo y la idea que puede derivar de sus bases, la Web y el mundo en una sola cosa de Berners Lee, O´Reilly, Spivak, etc…

Se unen todos y todas a la gente que me espera, a otros amigos y amigas virtuales y reales de los que, gracias a la web, me siento cerca. Me gusta imaginarlos libres y conectados, sin prisa pero sin pausa construyendo la Cultura única y en mayúsculas de la que nos habla Pesce.

Un lugar de humanos e ideas, indistinguibles y sinónimos de algo que siempre hemos nombrado pero nunca (y twitter tiene mucho que ver en ello) hemos sentido tan cerca: la propia humanidad.

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8 comentarios en “Un jardín de nubes curadas para los libros, o el libro de la humanidad.”

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  6. Muy buen artículo. Es indudable que se abre ante nosotros un nuevo mundo lleno de oportunidades. Me gusta la frase de Nietzsche :-)

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