Resulta cada vez más frecuente en el debate acerca de las ventajas y riesgos de internet destacar los riesgos de adicción a la conectividad permanente. Incluso hay quien se preocupa más todavía desde el anuncio de Facebook home, de la emergencia de la nueva ola de smartphones aún más sociables (y por lo tanto incluso todavía más adictivos) que nos llegan. Las recompensas y castigos sociales activan el cerebro con mayor intensidad que las no sociales. En el caso de las amenazas, de hecho, en psicología se ha comprobado que las sociales pueden ser todavía más intensas que las físicas. Incluso existe un correlato a nivel biológico de forma que el dolor social, como bien saben los ingenieros del castigo cuando programan el aislamiento como tal, activa las mismas regiones cerebrales que el daño físico.
Algunas investigaciones hablan de que incluso existe una red cerebral entera dedicada a pensar sobre nosotros mismos y otras personas, a veces denominada la red por defecto. No está activa cuando estamos realizando ejercicios intelectuales, pero cuando no estamos haciendo nada, en muy poco tiempo (dos segundos de inactividad son suficientes según la investigación) pasa a pensar en personas. En otras palabras, parece que pasamos, queramos o no, nuestro tiempo “libre” pensando en otras personas.
En definitiva, lo social puede llegar a ser tan gratificante (se pueden medir las elevadas cantidades de dopamina que generan las relaciones sociales en general, virtuales o no) que puede que perdamos la capacidad de salir de ese estado cerebral de “estar en la red social por defecto” para crear, escribir, diseñar, ingeniar, proyectar de forma focalizada en solitario.
En definitiva, sea en forma de meditación, de relajación o de cualquiera de las técnicas conocidas para potenciar los denominados “estados alpha”, relacionados en múltiples investigaciones con la creatividad, será necesario programar espacios de desconexión, enseñar a desconectar, hemos dicho ya en otros momentos.
Aburrimiento y creatividad
Podemos deducir algo similar de los estudios de Belton, investigadora de la Universidad de Educación y Aprendizaje Permanente de la Universidad de East Anglia, en Reino Unido: a los niños se les debe permitir que se aburran para que puedan desarrollar su capacidad innata de ser creativos. En su caso nos habla de que las expectativas culturales de que los niños deben estar siempre activos podrían obstaculizar el desarrollo de su imaginación pero creo que podríamos añadir lo que ocurre hoy ante el entorno estimular abundante en que vivimos.
La explicación de Belton resulta diáfana: la sociedad ha “desarrollado la expectativa de estar constantemente ocupado y estimulado” pero ser creativo “implica ser capaz por nosotros mismos de desarrollar un estímulo interno, sin necesidad de nada más.
“La naturaleza aborrece el vacío y nosotros lo tratamos de llenar”, concluye.
No estaríamos de acuerdo, evidentemente, en cómo la autora equipara video, videojuego a cualquier tipo de conexión a internet. Debemos ser más concretos cuando hablamos de conexión o desconexión: la que resulta peligrosa y amenaza la creatividad es cualquier conexión que nos mantenga en posición pasiva, pero sobre todo la que nos “enganche” demasiado a ese estímulo social que hemos visto tan poderoso, pero no evidentemente, cualquier tipo de conexión.
Podemos escribir, dibujar, editar video, crear videojuegos, formar parte del inmenso fenómeno de las culturas participativas en internet, estando conectados, tema que se olvida a menudo al hablar de estos temas.
Más que potenciar el aburrimiento, vivir la libertad de la desconexión alterna
En fin…. que tampoco se trata de forzar un aburrimiento que de entrada no tiene porqué ser positivo pero sí debemos aprender y enseñar a hacer uso de la libertad actual para “aburrirnos” de forma voluntaria, o lo que es lo mismo, e desconectar. Se propone incluso la meditación para ello, que analizaremos en una entrada próxima en profundidad.
Pero tampoco demasiado… y es que ni siquiera la conexión permanente a lo social es al 100% negativa: vivimos un momento sin duda especial, de una síntesis nueva en la historia entre lo que somos capaces de dar como individuos y lo que las posibilidades aumentadas de colaboración en las redes pueden proporcionar. Alternar momentos de conectividad, colaboración y cocreación con otros de concentración y creatividad individual, educar para saber aprovechar las ventajas de ambas situaciones, será fundamental.
Y no sólo en un sentido colectivo. Pasar de la felicidad basada en el reconocimiento social a la que disfruta de la autorrealización derivada del trabajo intelectual, evolucionar hacia hacernos más independientes de la tiranía de la deseabilidad social, serán otras síntesis interesantes si pensamos de nuevo en la felicidad del individuo conectado.
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Tiene razón, yo de pequeño cuando me aburría era cuando mejor me lo pasaba porque era capaz de inventar para salir de ese aburrimiento. Recomendable para los niños de ahora estresados por el afán de sus padres en que hagan lo que ellos no hicieron.
Dolors, me ha encantado esta reflexión y, con tu permiso, anoto algunas afirmaciones en mi Tumblr. Totalmente de acuerdo en la necesidad de relajar-se, meditar, escuchar la propia intuición, etc. Por cuestiones de trabajo, vivo bastante conectado desde que suena el despertador (que es el móbil y eso significa levantarse con Twitter) hasta que me acuesto, y he experimentado esta desconexión de la que hablas cuando estoy en el teatro o en un auditorio ante un concierto de música clásica. Lo siento por los intérpretes, pero a menudo mi mente vuela y nuevas ideas van de un lado para otro.
Me pareció complicado de entender, cuando escribes sobre no obligarse a llegar al aburrimiento pero, si buscar las formas de llegar a este. Tal vez, ¿Todos estamos aburridos pero tenemos distractores sociales que nos impiden "combatirlo"? Así podría decir que siempre estoy desaburriendome y no, que nunca me aburro.
En la parte que estoy muy de acuerdo es en la felicidad del individuo conectado. No esperar que alguien nos diga como desaburrirnos o que nos den una aprobación, si no intentar llegar por nosotros mismos a una auto satisfacción. Creo que ese es un gran paso para llegar ha ser un ser social útil. Es decir aun no he logrado resolver un problema de la sociedad pero estoy haciéndome cargo de mis necesidades intelectuales y emocionales.
muy sabia hermana :D
Superinteresante, comparto!!!