Toca hablar de nuevo de explosión de la sociabilidad, de puesta en escena de todas sus manifestaciones. Gossip, Informers, de las que los medios han hablado con extensión, representan en sus vertientes positivas (de las negativas hablábamos aquí) nuevas formas de estar juntos.
Pues bien… un nuevo sitio, Social Number, se dirige a todo usuario que quiera relacionarse en redes sociales virtuales de forma anónima. Los usuarios se identifican mediante un número y se favorecen las discusiones sobre temas especialmente sensibles, desde problemas laborales hasta abuso de sustancias, sin sufrir el riesgo que eso supondría en las redes al uso.
No es una idea nueva sino que forma parte de una casi tendencia algo preocupante hacia el anonimato: los tablones anónimos de site 4chan, Whisper o Spraffl son las opciones normalmente para público más joven que imita la renombrada Gossip (me hace gracia leer cómo se ha “inventado” una nueva herramienta, hace mucho que existen apps similares en EEUU).
Un vistazo a esta red resulta interesante desde un punto de vista psicosocial y antropológico porque nos pondrá sobre la pista de dos cuestiones: 1. lo escasa que es todavía la libertad de expresión y 2. lo que pesan aún muchos prejuicios. Está claro que puede tratarse de una red transicional, al uso de los antiguos chats, canales de IRC en los que se exploraban identidades que después se pondrían en escena o no en el mundo offline (Cyborgs en La Rambla fue un trabajo exhaustivo que realicé en el año 2003 sobre el tema), pero lo más interesante son sus temas estrella, los todavía innombrables sobre los que versan la mayoría de cuestiones. No son demasiado sorprendentes: política, religión y sexo. Cómo lidiar con un jefe incompetente, trucos para ligar, abuso de drogas, críticas políticas llenan las páginas de Social Number.
Pero lo que más me ha llamado la atención es la motivación de sus usuarios. Algunas son las siguientes:
Opinar libremente: De nuevo aparece el prejuicio social, la idea de que aunque a veces queramos aparentar lo contrario, no existe la libre expresión, la que no influya en cómo van a vernos los demás después de opinar libremente sobre temas especialmente sensibles como los que veíamos más arriba.
Diversión, pasión: “Es más divertido”, manifiestan otros/as usuarios, “el anonimato te permite una mirada mucho más apasionada”, se dice en otros casos.
Evitar la homofilia: “En Facebook encuentro perspectivas y opiniones muy similares a las mías, el 80% de mis amigos piensan allí como yo.” , comenta una usuaria, extraordinariamente consciente de la tendencia humana a quedarse en “zonas seguras”, a compartir solamente con los que se nos parecen. Muy relacionado con el punto siguiente, el anonimato aquí puede funcionar como catalizador de una relación mucho más pura, mucho menos condicionada y por lo tanto mucho más sorprendente e interesante para mentes inquietas.
Evitar estereotipos: En el caso de la mujer aparece el estereotipo de género y se pone de manifiesto con fuerza aquello que también planteábamos desde Cyborgs y el primer ciberfeminismo: apareciendo sin género definido las chicas manifiestan sentirse más libres para opinar de cualquier tema y no solamente los típicos de mujeres. Política, cuestiones sociales, etc. pueden surgir fácilmente sin que se nos etiquete, si nos ocultamos tras un número. Evidentemente el tema puede extenderse a muchos otros colectivos discriminados, por razón de raza, status socioeconómico, enfermedad, discapacidad, etc.
Redes sociales como experimentos de una libertad difícil
Los dos últimos casos reflejan una tendencia actual en internet a volver al anonimato que significa una forma de marcha atrás en muchos sentidos en lo que se ha definido como la Sociedad de la Transparencia. La identidad madura en internet es aumentada, consciente pero no paranoica con los peligros que la publicidad de opiniones y gustos no delictivos puede ocasionar. La identidad en internet es en cierto modo activista, creando una sociedad más tolerante a través de la visibilización de la propia diferencia.
Pero vivimos una época de marcha atrás…
Muchos se apuntan al carro tecnofóbico. Un MOOC reciente en Elearning y cultura digital (#edcmooc) me está pareciendo algo sesgado en ese sentido, con múltiples propuestas de escenarios apocalípticos para la libertad humana. En el vídeo que os dejo se presenta un futuro tecnológico que lleva al extremo tanto el control por parte de los gobiernos como la vulneración de la privacidad. Ayer no logré llegar al final del mismo…: Seres humanos con implantes tecnológicos vinculados a sus ADN y conectados a una nube omnisciente y controlada por los gobiernos, acechados, perseguidos para mantener un orden público lleno de frialdad (el policía de uno de ellos se llama Foucault, aparece también el padre de los panópticos, Bentham, como detalles “rescatables” en cuanto al reconocimiento cultural que suponen).
Escuchaba a la vez en radio cómo se estaba identificando a muchos de los manifestantes que recorrían las ciudades de España y surgió de nuevo la indignación… ¿Porqué culpamos a la tecnología de la falta de respeto a la libertad? Es una utilización intolerable de la misma la culpable, hoy, ayer y siempre, del control. Lo peligroso no son los chips implantados en seres humanos sino la cultura, la ética que un día, en un escenario poco sospechoso de “tech”, permitió crear listados de brujas para la inquisición o marcar con señales a las personas de una etnia distinta.
La cuestión no es si tenemos tecnologías cada vez más precisas para la identificación de las personas, sino si permitimos que se vulnere la libertad, la intimidad, la privacidad de nuestros congéneres, vía implante de chip futurista, inclusión en listas de brujas u obligación de identificación de medios y personas cuando ejercen un derecho de expresión que tampoco se está respetando, hoy y aquí, en nuestras calles.
Cuando no necesitemos cosas como Social Number y similares, cuando no tengamos miedo a ejercer libertades que brillan sobre el papel de muchas constituciones pero se diluyen en la realidad, cuando el sistema no dedique la mayor parte de sus esfuerzos, como lo hace hoy, parafraseando al gran Foucault de nuevo, a “Vigilar y castigar”, entonces habrá espacio para el diálogo con el pueblo, entonces sí habrá futuro.
Yo creo que estamos mezclando conceptos. La libertad de expresión ha de existir siempre, aunque a veces la usemos para decir burradas y tonterías, creo que es sagrado el poder opinar libremente. Ahora bien, del mismo modo que existe esta liberta, ha de existir la responsabilidad de dar la cara por lo que has dicho y no esconderse en un anonimato.
Entiendo que hay casos particulares que se puede llegar a justificar (amenazados de muerte, estados dictatoriales, etc…) pero sino, el esconderse en el anonimato para mi es una cuestión de cobardía y por lo tanto, quién sacrifica su seguridad pierde su libertad. Es un poco drástico y lo puedo matizar mucho más, pero básicamente, esa es la idea: quieres opinar, hazlo pero da la cara por defender lo que dices.
hola
para mi la mezcla de conceptos esta cuando existe una conversación seria o una de juegos, si existe conversaciones serias es bueno conocer a las personas porque de alli uno aprende cosas, si es un juego o charla para matar el tiempo el anonimato no influye sino el tiempo que estas pasando deber ser divertido.
es por eso que existe redes sociales de profesionales done las conversaciones son serias y otras redes donde es puro juego, allí esta la cuestión para mi… le facebook NO ES SERIE PARA MI, allí se dice cualquier cosa…. total es para divertirse o algo así. Es por eso que en dicha red no se tendría que solicitar tantos datos personales.
saludos
nery segovia