Está dando bastante que hablar en la blogosfera “anglo” el tema, publicado por Vanity Fair, sobre si las redes sociales están hipersexualizando el comportamiento de nuestros adolescentes, causando estragos emocionales, sobre todo, en unas niñas que estarían siendo casi prostituidas desde Facebook, Twitter o Instagram a servicios específicos de dating como Tinder, Grindr, Blendr, etc.
No os recomiendo la lectura del artículo, entre otras cosas porque no se trata de nada demasiado fiable más allá de una serie de anécdotas, pero sí quería comentarlo aquí.
Y es que resulta indudable que internet está cambiando el universo relacional de jóvenes y mayores, pero de ahí a concluir que el tema está generando formas extremas de sumisión femenina creo que va un mundo. Recuerdo un congreso sobre Ciberseguridad en el que se dio voz a los chicos/as, preguntándoles qué les había parecido todo lo tratado en las charlas anteriores: “Uffff… a mi no me ha pasado nunca nada pero sí parece que internet es peligroso, sí”, decían… desmintiendo en cierto modo la generalidad de lo tratado. Algo parecido ocurre en este caso y más que el artículo en sí resultan interesantes los comentarios de algunas chicas, que dicen no sentirse identificadas en absoluto con el tono catastrofista de anécdotas y titulares.
Es cierta también la mayor desinhibición que provoca el flirteo en redes. Tal y como las adolescentes mismas lo expresan: “Los chicos piden mucho en Facebook, lo piden a distintas chicas y se van con la que les ofrece más. El tono es más elevado que en persona porque no nos ven las caras”. Pero también existen evidencias de que, si bien es cierto que la pornografía está más disponible para los jóvenes que en cualquier otro momento en la historia (el 93% de los chicos y el 62% de las chicas han visto pornografía en internet antes de los 18, según un estudio publicado en 2008 study en CyberPsychology & Behavior), parece que la actividad sexual entre los jóvenes desciende progresivamente desde 1988 (Vital Health Statistics, series 23, número 31.).
Algunos expertos abogan por todo lo contrario a la sumisión femenina, como April Alliston, experta en historia de la pornografía, que explica cómo el aumento de interés en la pornografía se asocia históricamente a avances en los movimientos por los derechos de la mujer. Si bien la conclusión puede ser polémica, los argumentos resultan indudables: lo que está ocurriendo con internet es similar a lo que ocurrió cuando se inventó la imprenta: más disponibilidad de contenidos pornográficos pero a la vez más acceso a la cultura para las mujeres y por lo tanto mayor libertad.
Volviendo a internet y a la accesibilidad de este tipo de contenidos para niños, creo que hay que tener un cuidado especial. Estamos hablando de etapas vitales en las que se producen procesos de socialización que nos marcan profundamente y es cierto que en temas sexuales, los modelos que nuestros jóvenes aprenden están condicionados por la pornografía que ven. Es complicado, sin embargo, pensar en censura y mucho más sensato, creo, educar en la distinción entre pornografía y sexualidad real, en el espíritu crítico que haga saber a niños y niñas que existen ciertos tipos de pornografía (la mayoría), producidos por y para hombres y por lo tanto que no representan, a priori, la voluntad de la mujer.
Creo que es importante reconocer, además, la mayor vulnerabilidad emocional de la mayor parte de las chicas durante la adolescencia. Iniciativas que refuercen su autoestima y que las eduquen en el mantenimiento de un criterio propio, independiente de las voluntades ajenas y de los estereotipos sobre sexualidad dominantes, serán cruciales.
Complicado de todos modos…
No más peligroso, sin embargo, que otro fenómeno asociado a las relaciones, en este caso entre adultos, en redes sociales específicas, que consiste en la facilidad de racionalizar lo que antes era mucho más azaroso. Me preocupan también los eslóganes del tipo “relaciones sin sorpresas, seguras” de Meetic y similares, que ofrecen la posibilidad de eliminar el componente de descubrimiento, sorpresa, magia o como queráis llamarle sin el que este tipo de cosas no son lo mismo. Edades, signos del zodíaco, preferencias e ideologías, como si tener claras todas esas cosas significase algo. Quizás eso sí pueda significar en parte la mercantilización de lo que hasta ahora llamábamos amor y resultaba mucho más interesante.
En fin… sigo pensando en todo ello. De hecho en un ratito, de 10 a 11 en Cadena Ser, hablaremos de las relaciones en la era de internet.
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Supongo que nadie podrá controlar absolutamente nada de lo que vaya a ocurrir con las nuevas relaciones interpersonales condicionadas por el networking pero al final como siempre los mas tontos seran perjudicados y surgirá un nuevo homo. Gracias @dreig por tus magníficas ‘mise au point’ s
Para nada, no se termina, solamente se están modificando los parámetros de lo que se concibe a nivel social como "amor". Pasó igual en los cincuentas con la revolución sexual, seguida de la liberación femenina iniciada en los sesentas; sin embargo, su aspecto negativo radica en el hecho de que estás modificaciones tienen el inequívoco sello de la postmodernidad: empieza a parecer más una mercancía que una aglomeración de emociones, impulsos y pensamientos.
Hola otra vez, Dolors,
Sobre lo que mencionas de educar a los niños en el espíritu crítico como forma más eficiente que la censura para protegerlos de los peligros de la web, acabo de leer otro artículo interesante:
http://blogs.kqed.org/mindshift/2013/10/teach-kids-to-be-their-own-filter/
Es como con el tema de las drogas. No puedes estar siempre de “angel de la guarda”. Tienen que ser ellos los que aprendan a rechazar o descartar aquello que les puede perjudicar. Sin miedo, libremente y con conocimiento.
Sobre las nuevas relaciones, les auguro poco futuro.
Gracias por tus reflexiones, como siempre, interesantes.
Un planteamiento a estudiar