¿Qué pasaría si pudiéramos usar ciertos datos médicos como Google usa los datos sobre clicks? Tim O’Reilly realizaba esta pregunta recientemente en el US Department of Health and Human Services (DHS). De las consecuencias de ello hablábamos también al introducir “El cuarto paradigma de la ciencia”, las nuevas posibilidades del tratamiento de datos en ámbitos como la mejora de la investigación científico-médica pero también en las tradicionalmente denominadas “ciencias sociales”, que tanto podrían beneficiarse de las nuevas posibilidades de observación directa o indirecta de comportamientos (whereisgeorge.com es una muestra, ya tradicional en obras de culto en temas de redes sociales como Conectados, Linked, etc…, de ello)
Apuntábamos entonces el tema que nos ocupa hoy, a raíz de las manifestaciones de Tim O´Reilly al respecto: el de la privacidad de nuestros datos en este contexto. Y la verdad es que en general y dada la honestidad de su planteamiento, distinta de la de otros grandes representantes de la industria y la cultura en Internet como Zuckerberg, últimamente defensor de una sociedad más transparente y también más rentable con su compañía, estoy de acuerdo con su visión.
Comenta que el viejo modelo de privacidad no contemplaba cosas completamente actuales y útiles. como el rastreo permanente de la localización que realiza Gmaps. Como ocurre con el copyright el mundo ha cambiado, está cambiando de tal forma que políticas, preferencias y creencias acerca de la privacidad deben cambiar también.
Flexibilizar nuestros criterios acerca de la privacidad, cambiando la permisividad con que compartimos información personal en los lugares en los que sea posible, podría acelerar procesos de innovación social en un momento en el que es más que necesario.
Existen algunos ejemplos de ello, como el que O´Reilly cita en el caso de Passur Aerospace realizando análisis predictivos de datos sobre el tráfico aéreo liberados por compañías. Construyen con ello su propia red de radares para vender servicios predictivos a los aeropuertos, que podrían ser públicos en un escenario Open data.
La tecnología nos lleva en una dirección en la que cada vez son más las cosas públicas sobre nosotros. Es complicado ser totalmente anónimo aquí. Es necesario revisar qué cosas deben ser privadas y porqué. En el caso de determinadas enfermedades el estigma influye pero también la necesidad de ocultarlas a compañías aseguradoras. Es necesario revisar este tipo de precauciones porque los beneficios son muchos en comparación con los riesgos. Parece claro en ámbitos como la prevención del fraude en los que el datamining está socialmente bien visto.
O como decíamos en “Educar la privacidad en la Sociedad de la Transparencia”:
Es la Sociedad de la transparencia, con connotaciones tan positivas como la apertura, la autenticidad, la tolerancia o la inclusión de lo diverso. También la de la vuelta a la plaza pública, nuevas formas de soporte “de proximidad emocional”, de conexión permanente .
Escribía García Márquez que todos tenemos tres vidas: la pública, la privada, la secreta. Y podríamos decir que cada vez son más difusos los límites entre las mismas, cada vez más difícil encapsular una información que es fluida por naturaleza, casi caótica en cuanto a su funcionamiento en ecosistemas de redes, en ninguna antigua categoría preestablecida.
Libertad y seguridad
El tema representa, en definitiva, una nueva manifestación del binomio libertad – seguridad en el que las renuncias de una aumentan la otra, más en sociedades no democráticas. Buen ejemplo de ello son los casos de los activistas de Burma o de los estudiantes que protestaban en Iran. En ambos casos la seguridad y la posibilidad de seguir usando la tecnología para provocar cambios sociales dependen del anonimato. Y O´Reilly lo reconoce: “Flickr y Youtube han matado gente en esos lugares”.
Vale la pena trabajar en infraestructuras para proteger el anonimato en ese tipo de sociedades: La pérdida de privacidad ha tenido históricamente un precio muy alto para la sección más marginada de nuestras sociedades, como diría en su momento danah boyd y afirmábamos también cuando defendíamos la necesidad de educar la privacidad para los jóvenes como colectivo especialmente vulnerable.
“Estamos construyendo mecanismos para salvarnos, para trabajar juntos, para recordar lo que es una sociedad”. Y la lógica de los datos abiertos, que implica necesariamente la relajación de los criterios por los que hoy mantenemos la privacidad es afín a aquella que Perl reconocía: Hacer las cosas fáciles más fáciles aún y las cosas difíciles posibles. El tema es particularmente importante en la Administración, cuando a veces parece que trabajamos por hacer las cosas fáciles difíciles y las difíciles imposibles.
Las voces en contra también son muchas, como veíamos en el artículo sobre Privacidad que mencionaba antes.
La conferencia de O’Reilly Gov 2.0 en septiembre ampliará los aspectos relacionados con los beneficios de compartir datos. Allí se presentará el programa Code for America, con otros empresarios y gobiernos instará a aumentar los datos públicos para el bien común.
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Yo creo que además de las vidas que decía Marquez, existen dos vidas más, la vida digital y la analógica.
En muchas partes del mundo desarrollado las dos vidas casi que coinciden mientras que, por ejemplo en Latinoamerica, todavía están algo separadas.
Digo todavía, porque cada vez más, los límites se van esfumando. Pero todavía existen ….
Hay mucha gente que vive, muestra y esconde sus asuntos en la vida analógica y sin embargo, los “ventila” en la digital creyendo que estos dos espacios no se superponen.
Pero cada vez más, las vidas y los secretos de la vida analógica se expoenen, mezclan y deforman en la vida digital.
Nos pasó con un amigo de la familia, del que todos susurrábamos su penosa enfermedad sin saber que en Twitter y Facebook era voz a gritos entre los conocidos de la situación.