Credulidad y fraude: es cuestión de edad

Dos veces ya, con las prisas que a todos nos empujan en esta época de abundantes estímulos informativos, he pinchado un enlace de phishing que me llevaba a un falso Linkedin. Seguro que el click impulsivo es uno de los resortes que utilizan pero seguro que os habéis preguntado alguna vez cómo es que seguimos “picando”, cómo en esta época de inteligencia individual y colectiva aumentadas, como habitualmente decimos, el negocio del timo sigue funcionando.

De acuerdo con los números de la Federal Trade Commission Norteamericana, incluso, los fraudes y denuncias sobre robo de identidad han aumentado. Concretamente os timos, off y online (aunque presumiblemente sean estos últimos los que más han aumentado) se producen en un un 24,2% más de ocasiones desde 2010.

El motivo puede estar en la reducción de la brecha digital relacionada con la edad, teniendo en cuenta los hallazgos de los investigadores de la Universidad de Iowa:

Uno de los modelos sobre la confianza, sobre cómo llegamos a la conclusión de que debemos creer o no en alguna información es la denominada Teoría del falso etiquetado, que postula (en la línea Rousseauniana del hombre como ser bondadoso por naturaleza) que en principio todas las ideas nos parecen ciertas.  De entrada partimos de la confianza, por lo menos hasta que un área del córtex prefrontal específica etiqueta algo como falso. Se trata del córtex ventromedial prefrontal y cuando este está dañado desaparece la duda y nuestra bondad se convierte en candidez, abriendo el paso a todo tipo de engaños.

Así, parece que la edad lo destruye, hacéndonos por ello más crédulos, más susceptibles de confiar en nuestros congéneres, de profesar afiliaciones y creencias ciegas y basadas en la fe más que en la razón.

El tema explicaría que haya tantos fraudes que tienen a gente mayor como víctima y destacaría la importancia de la formación en competencias adecuadas para evitarlos en los colectivos más vulnerables, presumiblemente también los niños y jóvenes cuya maduración no ha finalizado.

No olvidemos al fin y al cabo que la ausencia de duda, la inocencia, el juicio sin prejuicio, la apertura mental son también cosas muy positivas en nuestra especie, merecedoras de toda protección.

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10 comentarios en “Credulidad y fraude: es cuestión de edad”

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  2. Es decir que el sumun de la experiencia, sabiduría o como se quiera llemar, acumulada durante años, se reduce a una deterioro fisiológico del cortex ventromedial prefontal? y luego hablamos de credulidad y timos?
    Es curiosa la red, delirante pero curiosa, si señor.

    1. Ramon, disculpa pero detecto efecto halo y generalización en tu razonamiento… no sé dónde lees lo que comentas. Simplemente existe una zona relacionada con la credulidad que se deteriora con la edad. De eso a tu conclusión creo que va un mundo.

      Saludos

    2. Y lo que te parece curioso, por cierto, no es la red y sí el estudio científico sobre el que va este artículo.

      Un saludo, Ramón y gracias por el comentario

  3. Científico? que tipo de estudio? del mismo tipo que trató de meter en el DSM a los homosexuales? del tipo que erradicó durante más de una década en las ciudades el aceite de oliva y la lactación natural? Respecto a lo que se deteriora con la edad, que viene a ser la totalidad de la persona puesto que vivir mata, creo que no es la causa de ciertas credulidades, las patologías no son algo estadísticamente generalizado.
    Por otra parte me parece curiosa la red, encuentro cientos de estudios “científicos” en la red, incluso algunos que son capaces de hablar con conocimiento de causa de la ropa interior de María Magdalena. No quiero criticar, pero no estoy de acuerdo con la perspectiva científica y/o fisiológica que le das al tema, si con el fondo.

    1. Al hilo de lo que comenta Ramón, creo que existe de un tiempo a esta parte una suerte de cerebrocentrismo o “neuromanía” empeñada en buscar explicaciones y causas de comportamientos simples y complejos, “normales” y “patológicos” en circuitos o zonas cerebrales o incluso en tipos de células concretas (aconsejo este artículo entre otros del profesor Marino Pérez Álvarez sobre estas cosas “Frente al cerebrocentrismo, psicología sin complejos” : http://www.cop.es/infocop/pdf/2067.pdf ). Ya no somos las personas en nuestro contexto las que nos enamoramos, las que confiamos/desconfiamos o las que demostramos empatía, ahora son la amígdala, el córtex prefrontal o las neuronas espejo las que lo hacen y las responsables directas y últimas de ello.

      Claro que cuando desconfiamos de alguien o miramos algo con atención, o escuchamos con empatía el relato de alguien se activan unas zonas del cerebro y no otras, cualquier comportamiento tiene un correlato fisiológico. Pero hay que hacer una complicada pirueta conceptual para, a partir de estas imágenes del cerebro en acción, situar en partes concretas del cerebro comportamientos complejos, despojándolos así de la importancia que la interacción que muchas variables contextuales, personales y de aprendizaje tienen sobre ellos. Creo que este tipo de estudios que se animan a ofrecer esas arriesgadas conclusiones, a dar ese salto conceptual, son para la ciencia algo así como la prensa rosa para el periodismo serio; ofrecen una información efectista, vende, pero creo que es poco útil, no totalmente cierta y me atrevería a decir que a veces hasta contraproducente y “peligrosa”.

      Dolores sigo con interés tu web, tus intervenciones, tus artículos, muchos de ellos me parecen realmente buenos, interesantes y me resultan de verdadera utilidad, sin embargo no entiendo la relevancia que puede tener ese tipo de datos y estudios neurociéntificos cuando los ofreces en tus post. Creo que tus reflexiones, revisiones, aportaciones, conclusiones,… son lo suficientemente poderosas e interesantes en sí mismas y no necesitan que ninguna zona cerebral o tipo de concreto de neuronas les dé ningún “certificado” otorgándole así a tus reflexiones una mayor interés o credibilidad. Por eso estoy con Ramón cuando dice: “…no estoy de acuerdo con la perspectiva científica y/o fisiológica que le das al tema, si con el fondo”.

      Disculpad la longitud del comentario, me ha salido más largo de la cuenta.
      Un saludo

  4. Disculpa quería decir lactancia natural, la lactación natural no creo que se pueda evitar mediante campañas de marketing, aunque quien sabe.

  5. Gracias muchas gracias, me ha gustado lo que cuentas y es verdad que la credulidad es fuente de muchos problemas, aunque veo a menudo muchas personas jóvenes que se dejan llevar por la fe y se ponen en manos de sanadores, gurús y gente que anda por la red ofertando cursos de salud emocional, que imparten viajando por España y que impunemente cobran por sus servicios y aseguran que obran “milagros”, esas personas tan ingenuas son muchas, cada vez mas desde que por la red proliferan tales “curadores”, ¿crees que han tenido pocas oportunidades de hacer las adecuadas conexiones para que el aprendizaje de la percepción de la falsedad se produzca?. Mi querido Marino ( compañero de carrera) ha abierto desde la escuela de Oviedo una preciosa brecha, pues verdad es que el ser humano se fragua con todo el cuerpo e inmerso en contextos sociales que le ayudan a aprender, simplificar todo en el cerebro es tan falaz como negarlo, el cerebro recibe información, la procesa y así elaboramos redes que suponen algo vital para el humano aprendemos, gracias.

    1. Totalmente de acuerdo, Teresa. Son muchos los elementos que nos explican y no hay abordaje del ser humano que no sea complejo que sea válido.

      Un abrazo y gracias por tu comentario

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