7 comentarios en “Menos cachetes, más salud mental”

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  2. Hoy me entero que, según un estudio reciente, en mi país, Uruguay, uno de cada dos ciudadanos está de acuerdo con que la policía actúe fuera de la legalidad y se extralimite en ciertos casos, como respuesta a la criminalidad. Además, muchísimos están de acuerdo en la justicia por mano propia, sobre todo quienes fueron víctima de algún delito recientemente. Es decir, tendemos a caer en un espiral de violencia: cuánto mayor violencia vivo, o percibo (sobre todo a travás de los medios), más violencia soy capaz de aceptar, incluso desde el Estado, como parte de la solución.

    Cómo esasea y cuánta falta hace esto que decís: “educar hacia un estadio de evolución superior en lo moral y lo racional, hacia valores de paz y diálogo en situaciones de desacuerdo”.

  3. Totamente de acuerdo y necesario para que no se nos olviden estas cosas, auqnue me temo que en esta situación de crisis y recortes de derecho, al margen de hacerse más necesario, también es obvio que la salud mental está empeorando y más lo va a hacer. Esta sociedad recalcitrantemente neoliberal no genera precisamente felicidad.
    Un saludo

  4. Hace años que leo sobre el mal trato en la infancia y su relación con trastornos psiquiátricos. Y, al contrario, sobre el buen trato y su correlato con buena salud mental en la vida adulta.

    Creo que nos hemos preocupado tanto de la etiología de la violencia, y cómo prevenirla, que hemos perdido de vista que la “bofetada a tiempo” es violencia; el castigo físico, verbal o psicológico, es violencia; aplicar consecuencias (en lugar de exponer a consecuencias naturales) es un eufemismo del castigo; dejar llorar a un bebé hasta que se duerma agotado, es violencia; dejarle llorando, en lugar de permitir que llore, durante una rabieta, es violencia…

    La docilidad de familias, educadores y profesionales de la salud frente a los consejos de expertos de prestigio o influyentes y/o modelos obsoletos, nos ha llevado a crear nuevos trastornos y patologías infanto-juveniles que antes ni existían, o son exclusivas de la infancia occidental. El Trastorno de Desregulación Disruptiva del Estado de Ánimo(DMDD), antes rabietas, que a partir de mayo se incluirá en el DSM-5, es buen ejemplo de lo poco que hemos aprendido a tratar a la infancia.

    Mientras sigamos poniendo el problema fuera (trastorno) o lejos (causas etiológicas o teleológicas) de nuestro control y responsabilidad, continuaremos justificando los beneficios de la violencia hoy.

    Tiempo ha que no te dejaba un comentario. Me he desquitado :-)

    Un abrazo

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