Falta mucho todavía para salir del confinamiento. Nos sirve para aguantarlo pensar en ese “día después” que no ocurrirá porque, como bien indican las experiencias en China e Italia, la vuelta a la normalidad será progresiva.
Tenemos tiempo, días en los que para sentirnos útiles deberíamos, haciendo uso de este cerebro digital universal que late más extenso, vivo e unido que nunca, asumir una responsabilidad nueva e irrenunciable: la de pensar. Pensar en el sentido final de todo este sufrimiento, pensar en qué queremos, cuando esto disminuya, haber aprendido, en cómo queremos que sea la nueva sociedad.
Son muchas las noticias que nos alarman. Hoy mismo despertábamos leyendo acerca de la terrible gestión funeraria en Ecuador que hace que se acumulen cadáveres en sus calles. Hoy mismo leía también una opinión que me alarmaba:
“El médico investigador sobre enfermedades infecciosas Oriol Mitjà ha llamado este martes a crear un “DNI vírico” para cuando acabe el confinamiento derivado de la crisis del coronaviurs, según ha declarado en una entrevista en TV3. Concretamente, lo que propone Mitjà para cuando podamos salir de casa es que todo el mundo se pueda hacer un test rápido para ver si sufre o ha sufrido o no el coronavirus, porque así se podrá saber el estado en que se encuentra cada ciudadano en relación a la enfermedad y poder tener este DNI vírico contra el Covid-19.
En caso de que sea positivo, querrá decir que el usuario ya ha sufrido la enfermedad y que, por lo tanto, ha desarrollado inmunidad contra la misma y ya puede hacer vida normal. Ahora bien, si el test es negativo, se tendrá que monitorizar al ciudadano para evitar riesgos.”
Vaya por delante mi absoluto respeto al trabajo de este y el resto de los/as investigadores que luchan por hacer frente a la pandemia, pero en este caso, la idea, si no se establecen muy claramente sus límites, me parece muy peligrosa.
En primer lugar porque vuelve a ser muestra del insufrible Darwinismo social que nos rodea, dando ventaja, de nuevo, a los más poderosos: no se están haciendo pruebas a todo el mundo y sí a políticos, celebrities y demás élite, que serían, ante un escenario de DNI viral público, los primeros a los que se permitiría salir del confinamiento y por lo tanto, de nuevo, los privilegiados.
Imaginemos además el escenario, no en China, sociedad en la que ya están aplicando medidas similares, sino en nuestro contexto, en el que todavía hay esperanza para preservar algunas libertades, que esto puede suponer para los colectivos más vulnerables, a quienes se podría solicitar el DNI viral para cosas como trabajar fuera de casa…. Mucho me temo que por necesidad, muchos preferirían exponerse al contagio.
Sí creo útil, obviamente, a nivel de la posibilidad de ejercer responsabilidad individal, que sepamos mediante los tests de anticuerpos que lo hacen posible, si hemos pasado y superado o no el maldito coronavirus. Si sé que aún no lo he pasado podré, una vez que termine el periodo de confinamiento obligatorio, decidir alargarlo en favor de mi protección y la de los demás. Pero de ahí al deterioro social que cualquier tipo de información sanitaria en forma de DNI público puede suponer (recordemos cómo el nacismo marcaba públicamente a judíos, homosexuales, etc.), va un mundo.
NO a costa de cualquier cosa, NO a más desigualdad
No sé cómo saldremos de esta pero sí que en pleno siglo XXI, como humanidad, no podemos permitirnos dar pasos atrás. Es bien sabido que los prejuicios dependen del nivel de inteligencia y de bienestar de una sociedad. Y no, no vamos sobrados en el primer aspecto y mucho menos en el segundo. Especismo, racismo y xenofobias, machismo, edadismo, aporofobia, son muchas las enfermedades crónicas que la humanidad no logra superar.
Lo decía en twitter: “el #covid19 nos reta como sociedad: salir de esta airosos es sacrificar en algo la economía pero en un NADA irrenunciable la humanidad. Ese debería ser el reto y la lección a aprender. Si no, merecemos extinguirnos.”
Repito que se agradecen y mucho los intentos de este y otros científicos de controlar la enfermedad, pero no, no se puede hacer a costa de cualquier cosa.
Los científicos seguirán luchando por una cura, por una vacuna que cambiará, seguro, todo. Mientras, el resto ejerceremos nuestra función: cumplir con las buenas ideas, como la del confinamiento pero poner nuestro granito de arena y opinar de forma crítica, haciendo uso de esta inteligencia colectiva que nos posibilita la sociedad digital, marcando los códigos éticos que deben estar por encima de todo.
No es la primera vez y no va a ser la última vez en que aparezcan dilemas como el que nos ocupa. La libertad, la humanidad, la igualdad entre seres humanos chocan hoy, en una situación crítica como la que vivimos, contra la seguridad, la eficiencia científica. Seguiremos leyendo acerca de los costes – beneficios en lo sanitario, que pretende priorizar respiradores por edad o por utilidad social en las UCIs y vendrán cosas como el mantenimiento del cierre de fronteras, excluyendo como siempre y sobre todo, a nuestros congéneres de los países menos desarrollados. Toca, venciendo el miedo, de forma colectiva, decidir.
Por eso esta entrada. Porque no sé vosotros pero en mi caso, decido que prefiero alargar el confinamiento, prefiero andar indefinidamente con mascarilla por la calle, a un DNI vírico público que nos haría, creo, como humanidad, muchísimo peores.
No, no vale todo.
Actualización 4/4/2020: Son muchos los países y comités científicos que piensan ya en esta “solución”. También son muchos/as los que la ponemos en duda. Un editorial en The guardian refleja, en el texto y en los comentarios, mucho de lo que comentamos aquí: The Guardian view on immunity passports: an idea whose time has not come.
Y sigo pensando… y agradecería a quien la vea, que destaque la diferencia entre el pasaporte, certificado o lo que sea inmunológico y la selección natural que proponía Boris Johnson y nos parecía hace unos días lo menos inhumano del mundo. Veo clara la diferencia en cuanto a rebajar el colapso del sistema sanitario y recuperar la economía pero no la veo en cuanto a proteger a los más débiles, los que deberán arriesgarse a sí mismos y a los suyos si quieren trabajar y pasar a formar parte del ejército de los “fuertes” en esta sociedad.
No recuerdo nunca la cita exacta pero sí, muy a menudo y especialmente cuando pienso en cómo saldremos de esta crisis, a Saramago, poco antes de morir, afirmando que tuvo una vida muy feliz pero no se iba contento porque vivió en un mundo desigual y sin las mismas oportunidades para todos/as. Me inspira él cuando afirmo de nuevo que NO, que no quiero ni la cura ni la libertad si no han de ser para todos/as.
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