Se habla mucho estos días de libertad de expresión en las redes, con Elon Musk y su intención de cambiar Twitter en el sentido de permitirla en un grado mucho mayor al actual. Suena bien de entrada pero deja pronto de hacerlo si consideramos la tendencia de los seres humanos, cuando nos amparamos en el anonimato, a confundir libertad de expresión con libertad de lesión, o lo que es lo mismo, libertad de decir cualquier barbaridad que se nos ocurra, dañe a quien dañe, en redes.
En este sentido, lo que el señor Musk propone no supondría ningún avance en cuanto a humanidad de las redes sociales, sino probablemente todo lo contrario. Ejemplo de todo ello fue hace un tiempo la implicación del propio Musk al defender los postulados de un colectivo ultracatólico que insultaba al colectivo transexual en twitter y que fue censurado por la plataforma. Por poneros en contexto, todo ello tiene relación con la campaña de ridiculización que está realizando la ultraderecha norteamericana del movimiento “Woke” (derivado del solidario #metoo contra la opresión y la discriminación), corriente que ha tomado conciencia, ha “despertado”, a temas como el racismo, la desigualdad, etc.
La libertad termina donde empieza la de los demás a no ser lesionados y esto es lo que parece defender el movimiento anteriormente citado y lo que ha construido Twitter durante los últimos años, controlando contenidos y discursos de odio, acoso, bullying y demás durante los últimos años. Todo ello, una red más madura, más adulta, más respetuosa con los derecho ajenos, es lo que se pone en duda ahora.
El de la libertad de expresión resulta en este caso, por lo tanto, por mucho que suene bien desde una perspectiva ultracapitalista del “salvese quien pueda”, un debate absurdo.
No lo es tanto, sin embargo otra de las ideas del magnate, que también apuntó Jack Dorsey, fundador de twitter, hace un tiempo y que sí creo que redundaría en la red mejor y de confianza recobrada por parte del ciudadano que todos/as los que amamos twitter y las visiones más progresistas de la realidad, queremos: la de abrir el algoritmo que dirige la información que el usuario consume hasta el punto de permitir, incluso, la creación y aplicación de algoritmos nuevos, personalizados, adaptados a los gustos de cada cual.
El tema de los algoritmos resulta hoy crucial en tanto a significar un elemento de competencia entre las distintas redes. Tanto para el creador, que buscará las marcas que le aporten mayor visibilidad como para el consumidor de información (todos andamos hoy en un punto intermedio entre ambos), que ya no confía en que la información que recibe de las redes no esté sesgada por intereses políticos, económicos, de las propias marcas que las dirigen, etc.
Las TEP (tecnologías del empoderamiento y la participación) de verdad, deben ser libres:
La liberación del algoritmo significaría un salto cualitativo importante para twitter en relación a sus competidores del entorno de meta o google, acercándose de nuevo a la imagen de marca mucho más libre que los ya antiguos valoramos en sus inicios. La experiencia de usuario, mejoraría, además, de forma exponencial.
Hoy podemos personalizarla mínimamente, siguiendo listas o eligiendo la ubicación del flujo de la información que queremos consumir pero la liberación del algoritmo iría mucho más allá. Imaginad que podéis elegir en la misma plataforma, sin salir del mismo twitter, el algoritmo que os transporta al lugar de las conversaciones interesantes y en profundidad sobre temas importantes. O todo lo contrario, haciendo click en el icono de los temas banales. Quizás ya no serían necesarias plataformas especializadas en lo uno o en lo otro, como Medium o Tiktok en sus usos más estereotipados y populares. El crecimiento de Twitter en este sentido, como red de información principal, podría ser infinito.
Me preocuparía, en este hipotético escenario, sin embargo, el importante problema de las burbujas informativas. Si la propia naturaleza del ser humano, el sesgo de confirmación que nos domina (ese que hace que tendamos a consumir solamente los argumentos que nos dan la razón), ya hacen complicada la sana diversidad, la libertad de elección que proponemos podría encerrarnos aún en mayor medida, favoreciendo los extremismos y no el diálogo.
Necesitaríamos para eso educar seres humanos no solo libres sino lo suficientemente críticos como para ser conscientes del problema y aventurarse (nunca mejor dicho), exponerse a informaciones que si bien no le van a aportar comodidad, sí le harán más crítico y objetivo.
Seguiremos hablando de todo ello…
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