Lo pienso cada vez que se pone en duda que el almacén de contenidos actual en la web favorece nuestra creatividad, nuestra atención, nuestra inteligencia: se hace a menudo desde el desconocimiento de descubrimientos interesantes en la psicología cognitiva de los últimos tiempos. Ocurre que sabemos que nuestra inteligencia está basada en el exterior, en lo que ocurre fuera de nuestros cerebros más que dentro y que Google, Wikipedia y otros recursos online nos vuelven más y no menos estúpidos si conceptualizamos la inteligencia como algo que nos coordina con otra gente y nuestro entorno y no como algo aislado.
Se denomina la teoría de los “cognitive misers”, olvidadizos cognitivos, la que postula la ley del mínimo esfuerzo aplicada a nuestros modos de pensar. Evitamos, siempre que podemos, realizar más esfuerzos cognitivos si existe cualquier tipo de atajo. Un político al que votamos porque su sonrisa nos parece honesta, un restaurante que elegimos porque hay mucha gente dentro o un lugar que encontramos porque ponemos el código postal en Gmaps en lugar de memorizar la ruta completa son ejemplos de razonamientos, a veces correctos, a veces incorrectos (como veíamos en nuestra serie sobre sesgos y distorsiones cognitivas), de todo ello.
Así, como también se diría desde las modernas teorías del aprendizaje conectivista y resultaría ideal para entender la inteligencia aumentada que defendemos para el momento actual, el pensamiento está pasando en el exterior más que en el interior de nuestros cerebros.
Andy Clark decía que los humanos somos cyborgs por naturaleza, que incorporamos de forma natural nuevas herramientas, ideas y habilidades. Desde su perspectiva tener la herramienta es más importante de obtener la respuesta.
Lo hemos formulado a veces aquí partiendo de la Zona de Desarrollo Próximo de nuestro querido Vigotsky, acercándonos a uno de los conceptos que basa el actual de las Redes Personales de Gestión del Conocimiento.
“Si algún concepto, en mi opinión, merece ser revisado a la luz del cambio y debido, fundamentalmente, a la actualidad de su potencia en cuanto a la democratización de la inteligencia en el contexto de la web es el de Vigotsky y su Zona de desarrollo próximo.
Definida como la distancia entre lo que se sabe (aquello que somos capaces de hacer nosotros mismos) y el nivel de desarrollo potencial (aquello que seríamos capaces de hacer con los demás), el aumento de su alcance es hoy, en época de redes sociales, excepcional. No es nueva, como anticipábamos, la importancia de la conversación con pares y/o expertos en la construcción del propio conocimiento. Lo que tal vez sí lo sea, es el alcance, más amplio y global que nunca, global que la red que construyamos de los mismos puede alcanzar.”
No sabíamos y nos resulta especialmente interesante porque da fuerza al concepto un estudio de Daniel Wegner en Harvard que apoya la naturaleza innata, profunda, incluso tácita, de la inteligencia colectiva. En él se instaba a varias parejas a realizar un test de memorización. En la mitad de los casos la pareja se mantenía unida y en la otra mitad se reasignaba, terminando teniendo que colaborar con gente a la que no se conocía. Los dos grupos estudiaban una lista de palabras en silencio y después eran encuestados de forma individual. Sorprendentemente las parejas que se conocían podían recordar más items, tanto por separado como de forma individual.
Ocurría, según Wegner, que las parejas entendían bien a sus partners, dividiendo de forma tácita, sin hablarlo, el trabajo entre ellos, de forma que cada uno podía concentrarse en sus fortalezas. Del mismo modo que podemos recurrir a un buscador para encontrar respuestas, la gente con la que interactuamos termina formando una especie de “sistema compartido de almacenaje y transporte a la memoria de ideas” que Wegner denominaría, acuñando un concepto cada vez más actual, “memoria transactiva”.
El potencial de todo ello es excepcional en época de redes. Si la cercanía con otros seres humanos nos favorece en cuanto a gestión del conocimiento, de los procesos de pensamiento en general de forma compartida, está claro que las conexiones que establecemos a diario, espontáneamente en nuestras redes de intereses o de forma más organizada en los famosos MOOC más conectivistas, son de una importancia crucial.
Como dice Tom Stafford en un artículo inspirador, vivimos en un entorno mental además del físico, entendiendo por entorno mental no solamente nuestro cerebro sino, como demuestran hoy los estudios sobre memoria transactiva (y añado explicaban ya Vigotsky para lo social y el conectivismo para el conocimiento en la red) personas y herramientas.
En fin… sigo pensando en todo ello, como parte de lo que expondré esta semana en Sevilla. Será como inicio de un interesante título Experto Universitario en “Consultoría en Redes Sociales“ que ha entendido, en tiempos fluidos, la importancia esencial de los Entornos Personales de Aprendizaje como herramienta para consolidar y asegurar la persistencia en el tiempo de lo que vamos aprendiendo.
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Al leer este artículo he recordado una pregunta que me hicieron hace poco y que viene al caso.
?Ante un problema qué es lo primero que haces? ¿Lo resuelves o buscas la solución?
Lo primero que se te viene a la mente ante un problema/reto es poner a trabajar todo tu conocimiento, experiencia,… para resolverlo. Da como más gusto resolverlo por uno mismo.
Sin embargo, lo más eficaz ante un problema es buscar la solución (que no es lo mismo que resolverlo), hablar, preguntar, porque muy posiblemente alguien ha resuelto algo parecido antes. Para eso necesitamos de nuestros contactos que son los que nos conectan con áreas de conocimiento que no poseemos.