Me gustaba especialmente la investigación publicada en la edición de octubre/noviembre de Neural Networks, reforzando la idea que siempre defendemos acerca de la minusvaloración histórica de la sociabilidad del ser humano, esa que convierte a la web social en un entorno que nos es tan familiar y prometedor.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Washington (UW) está estudiando cómo los niños consideran qué entidades pueden ser consideradas “agentes psicológicos” que pueden pensar y sentir, cómo distinguen robots de seres reales o en base a qué variables deciden tratar a los demás como seres “humanos” o no.
Somos mucho más sociales de lo que nunca pensamos… (imagen tomada de un Prezi reciente)
La investigación proporciona nuevas pistas acerca de cómo los bebés deciden si un objeto nuevo, como un robot, es sensible o es un objeto inanimado. Y resulta que lo hacen observando su interacción social: con cuatro veces más de probabilidad, los bebés que vieron un robot interactuando con personas estaban dispuestos a aprender del robot que aquellos bebés que no vieron las interacciones.
Los bebés aprenden mejor a través de interacciones sociales, pero ¿qué es lo que hace que algo sea social para un bebé?, se preguntó Andrew Meltzoff, autor principal del estudio y codirector del Institute for Learning and Brain Sciences de la UW.
No se trata sólo del grado de parecido con un humano, sino que a lo que el bebé da significado especial es a la observación acerca de cómo se mueve e interactúa con otras personas.
La hipótesis de los investigadores es que es más probable que los niños consideren al robot como un ser psicológico (como el propio bebé) si ven a otros seres humanos cercanos interactuando con él. Los pequeños se fijan en los adultos para encontrar orientación sobre la manera de interpretar las cosas, y si tratamos algo como un agente psicológico, ellos también lo harán”, comenta Meltzoff. Incluso van a aprender de ello, porque la interacción social abre la puerta al aprendizaje temprano.
El tema sería que, de algún modo, respetamos, generamos empatía hacia los seres que vemos que son bien tratados por los adultos, con todas las implicaciones que el tema puede tener en términos de temas tan importantes como la inclusión de la diversidad.
Os dejo, porque me ha parecido curiosa, traducción de la investigación:
Sesenta y cuatro niños participaron en el estudio, y fueron evaluados individualmente. Durante el experimento, un bebé, de 18 meses de edad se sentaba en el regazo de su padre, frente a Rechele Brooks, asistente de investigación y coautor del estudio.
Jugaban con los juguetes durante unos minutos, para acostumbrarse a la situación experimental. Una vez que el pequeño se sentía cómodo, Brooks eliminaba una barrera tras la que había escondido un robot humanoide metálico con brazos, piernas, torso y cabeza en forma de cubo (los ojos eran lentes de cámaras). El robot, controlado por un investigador oculto para el bebé, saludaba y Brooks decía: “Ey, hola! Este es nuestro robot! “.
Tras una secuencia de comandos, Brooks preguntaba al robot, llamado Morphy, si quería jugar, y comenzaban un juego. El investigador preguntaba: “¿Dónde está tu barriga?” y “¿Dónde está tu cabeza?”. Y el robot lo indicaba correctamente. Luego Brooks le enseñaba movimientos con el brazo y Morphy los imitaba. Los niños miraban a un lado y a otro, como si fuera un partido de ping-pong…
Al final de la secuencia de 90 segundos, Brooks se iba de la habitación. En este momento empezaban a observar la interacción, a medir si el bebé pensaba que el robot era más que la suma de sus piezas metálicas.El robot hacía bip y ladeaba un poco la cabeza, lo suficiente para captar la atención del niño. Después movía la cabeza para mirar un juguete al lado de la mesa donde el pequeño estaba sentado encima de su padre. La mayoría de los bebés, 13 de 16, que habían visto al robot jugar con el investigador, siguieron la mirada del robot. En un grupo control, los bebés que se habían familiarizado con el robot, pero no lo habían visto jugar, sólo tres de 16 siguieron su mirada.
El estudio tiene implicaciones para los desarrolladores de robots humanoides, comentaba el coautor Rajesh Rao (profesor de ciencias de la computación y la ingeniería y jefe de laboratorio de los sistemas neuronales de la UW) que ayudó a diseñar los programas de ordenador que hizo que Morphy pareciera social.
También sugiere que si queremos construir un robot de compañía, no es suficiente con que parezca humano, sino que también debe ser capaz de interactuar socialmente con las personas, un desafío interesante para la robótica.
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Iron Man, Yo Robot, El Hombre Bicentenario y demás películas que nos han acercado un poco a la posibilidad de que los robots convivan e interactuen con nosotros hasta el fin de nuestra existencia, me permite vislumbrar una posibilidad mut cercana, sin embargo la robótica y al mecatrónica son de las dos ciencias que han dedicado interminables investigaciones en torno a que los Robots se vean más Humanos y curiosamente ciencias como el Desarrollo Humano se dedican a que los Humanos se vean menos Robots.
En este mundo todo es Objeto de estudio, y en particular esta investigación, aunque fría, invita a ser cada vez más cálidos a socializar, a compartir, a divulgar, habalr y sentir que estamso Vivos en esta tierra y no venimos a Ser Plantados e Inamovibles.
Dolors admiro tu trabajo, Gran Post, Gran Blog, Gran Mujer, Saludos desde México y yo si, si te veo en una Ponencia yo si te saludo aunque interactuemos poco o mucho por Twitter jaja ;D.
¡Un abrazo y éxito por tu Profesionalismo!
Carlos Germán Flores