Work hard, party hard

Rompo el tono habitual del blog para dejar una reflexión, a raíz de una experiencia personal y tal vez al hilo de la Competencia autolúdica que definíamos hace unos días. Creo que activistas, pedagogos, todos/as aquellos/as que no trabajáis exclusivamente por dinero, además de deportistas, os sentiréis identificados en algún punto:

Muchos/as os habréis preguntado cómo es eso de correr un maratón. La gran mayoría no somos atletas profesionales y 42 kilómetros llevando al máximo nuestra capacidad física, 4 o 5 horas en la mayoría de los casos, nos parecen de entrada algo inabarcable, una auténtica locura.

Somos ultraresistentes cuando se trata de sobrevivir, de lograr algo tan gratificante como superar una enfermedad o tener un hijo, pero resulta difícil entender el porqué de tanto sufrimiento a cambio de casi nada, de nada real y objetivamente importante.

Resulta incomprensible, además, que después de vivirlo, después de haber sufrido como lo hemos hecho durante horas, pensemos en repetir.

He pensado en todo ello desde el 18 de Mayo, cuando viajé unas tres horas en coche para vivir esa experiencia, cuando no fui capaz ni siquiera de comer, entre otras cosas por el dolor de cada uno de mis huesos y músculos al intentar bajar del coche, hasta que llegué a casa al anochecer.

Hoy he logrado entender que no hay un motivo más allá de la personalidad de quienes nos aventuramos en ese tipo de experiencias (maratones, camino de santiago, el amor en mayúsculas, querer cambiar el mundo, odiseas de todo tipo…): no sabemos parar.

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No dormí bien esa noche y lo noté pronto… a los tres o cuatro kilómetros de la salida ya pensaba en abandonar. Me propuse, a modo de juego mental que aliviaba el sufrimiento, dejarlo como mucho a los 21. Mi cuerpo llegó al límite ya a esa distancia pero mi mente, acostumbrada ya a mis férreas disciplinas, apostó por terminar.

Disfrutamos intensamente, sufrimos intensamente también. Pensaba hoy en cómo me gustaría saber vivir de una forma más moderada, abandonar principios, ideas, objetivos, metas cuando el camino se vuelve impracticable y la razón grita que seguir no tiene sentido. Pero tan férreo como la voluntad es el carácter que la contiene, así que no creo que ya, a estas alturas, tenga sentido proponerme cambiar.

Lo tiene quizás darse cuenta de ello, saber de antemano, en cualquier ámbito de la vida, que cuando de verdad deseemos algo, no nos será fácil abandonar.

Lástima que el camino empiece al desear, que no sea posible, muchas veces, matar el deseo sin morir un poco uno mismo.

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2 comentarios en “Work hard, party hard”

  1. Parar es morir un poco.Algunos corren,otros escriben, otros continúan estudios.Porque seguir y porque parar?.La actitud final deviene de considerar dos aspectos: la META O EL CAMINO RECORIDO.Es probable que en más del recorrido de la mitad de nuestra vida,nos fijemos metas,objetivos,concreción de deseos.Cuando llegamos a ellos,no paramos,queremos seguir,queremos perpetuarnos.En la segunda mitad comprendemos finalmente que lo importante no son las metas, sino el camino recorrido para alcanzarlas.De esta manera ,llegar o no llegar, ganar o no ganar,graduarse o no, no es lo,fundamental,comprendemos que lo,que verdaderamente hemos disfrutado es haberlo intentado, es haber vivido ese espacio comprendido entre el comienzo y el final, cualquiera fuese este.Un abrazo

    1. Es cierto que lo mas importante en nuestra vida es el camino recorrido, sin embargo el ser humano también necesita un premio por el esfuerzo y si deseamos llegar a cumplir nuestras metas aunque no queremos volver a comenzar, siempre nos ponemos mas y mas metas que alcanzar y a veces creemos que ya hemos llegado hacer todo lo que deseábamos sin embargo nos queda la frustración que pude llegar mas lejos, depende realmente de la personalidad del carácter de la disciplina que vamos formando en el camino, caso contrario cuando no se intento vienen las frustraciones no haber cumplido muchas cosas deseadas y que se tuvo la oportunidad, en definitiva el sufrimiento siempre estará presente por haberte esforzado mucho o por no haber hecho nada y también por haber manejado con levedad la vida.

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