Vivimos, por culpa del coronavirus, inmersos en un escenario nuevo, inimaginable hace poco, una situación impredecible y tanto o más extraña que muchas de las que dibuja Black Mirror o cualquier otra de las series futuristas más distópicas.
Llevamos, muchos/as, en un ejercicio de solidaridad imprescindible pero en una época de libertades amplias, días encerrados en nuestros hogares. La niña “Bea”, viral en las redes, se queja de que no puede salir a la calle. Niños, adultos, ancianos, nos quejamos también, desobedecemos, nos rebelamos ante la obligación de confinamiento pero también nos calmamos, nos damos consejos, nos animamos unos a otros. Si Bea puede, si tus abuelos fueron a la guerra…. #quedateencasa. Pero no es, ni será fácil…
Si la pobre Bea no puede salir a la calle nosotros tampoco. Nadie lo está pasando peor que ella. Sacrifiquemonos coño pic.twitter.com/wL9dFsD69D
— HipHopActual (@HipHopActual) March 14, 2020
Y es que se sabe desde hace mucho que las cuarentenas, el aislamiento en general, se asocian a distintos problemas de salud mental. Los principales, según investigaciones como la llevada a cabo durante el brote de SARS para el 30% de los aislados, el estrés post-traumático, incluso tiempo después del confinamiento y sus síntomas: depresión, tristeza, ansiedad, ira, etc.
El tema es importante si tenemos en cuenta que además, en un caso de pandemia como el que nos ocupa, debemos intentar permanecer, también, físicamente fuertes. Y los investigadores dicen que las preocupaciones constantes, el estrés emocional que todos/as estamos sufriendo, perjudican nuestro sistema inmunitario.
¿Pero son válidos estos miedos, se aplicarán a la situación actual en la era del individualismo conectado? Vienen semanas, meses quizás muy duros de aislamiento y no niego el efecto negativo que todo ello puede tener en nuestros estados emocionales, pero también auguro que esta vez, sobre todo gracias al poder de las redes sociales (“redes sociables”, como las llamábamos hace unos años), gracias al contexto de sociedad aumentada en que vivimos, el tema será distinto.
Lo comentaba a mi comunidad en redes (en twitter): ¿Os podéis imaginar por un momento lo que sería ese encierro sin la creatividad y el acompañamiento colectivos que nos proporcionamos en las que un día denominé redes sociables?
Volviendo a los efectos psicológicos de la cuarentena, me gusta especialmente, por su operatividad, la idea, resumiendo las principales teorías de la motivación, de Sue Firth, psicóloga ocupacional en UK. Comenta esta colega cómo los seres humanos somos muy vulnerables a la patología mental si perdemos tres de nuestros rasgos más característicos: (1) la capacidad para decidir y tener el control, (2) el sentimiento de comunidad y conexión con otros así como (3) la realización, la sensación de estar siendo capaz y eficaz, de estar avanzando en nuestras vidas.
Nos detendremos en cada uno de ellos:
1. Sentimientos de soledad e incluso sentimientos de alienación
Dicen los estudios clásicos que el aislamiento, sobre todo para quienes no están acostumbrados, puede generar emociones negativas. Ocurre que, cuando pasamos mucho tiempo en situaciones monótonas en las que las cosas cambian muy lentamente, nuestra atención, ávida de los estímulos que ya no tiene, se dirige a nuestro interior. Se llega, en casos extremos a la disolución de los límites entre lo que está pasando en la propia mente y lo que realmente pasa a nuestro alrededor, derivando en alienación. Esta resulta más preocupante si pensamos en colectivos de mayores, tradicionalmente desconectados de las redes sociales.
Lo decíamos en Socionomía (2012), lo hemos dicho en muchos otros momentos: somos animales sociales, sociables por naturaleza, en mayor medida de lo que pudiera parecer. Incluso hay estudios que relacionan la mortalidad en la edad adulta con la soledad de los mayores, así que resulta prioritario, en estos momentos, animar a los colectivos más desconectados a que se mantengan en contacto con sus seres queridos y el mundo en general (a través de Whatsapp, Skype, Facebook y demás).
Menos solos que nunca: el aislamiento (individualismo) conectado, incluso solidario
Y es que el aislamiento, las cuarentenas que nos ocupan, no son lo
mismo en la Sociedad conectada, en plena hegemonía de las redes sociables.
Incluso a nivel práctico, en el mundo físico, se alivia la soledad y mucho más. Lo refleja el tema de que aquellos que no están en aislamiento completo, al estilo de las comunidades tradicionales más solidarias, ofrecen ayuda a quienes más lo necesitan (hacer la compra a gente mayor en comunidades de vecinos, por ejemplo). Redes comunitarias, aplicaciones de mensajería por proximidad como Nextdoor, carteles en edificios ofreciendo ayuda, los recursos on y offline en el sentido de reforzar los lazos comunitarios, pueden ser cosas que se consoliden en la sociedad post-coronavirus.
También constituyen muestras de apoyo emocional las de organización ciudadana entorno a etiquetas como la de #yomequedoencasa. Smart-mobs cada tarde de personas saliendo a sus balcones o terrazas para aplaudir la labor de los sanitarios, de los que no pueden aislarse al cargo de los servicios mínimos, son manifestaciones, hace unos años inimaginables, de lo que Clay Shirky denominaba el poder de la organización sin organizaciones y determinaba lo más importante de las redes. Se trata de una capacidad nueva para el ser humano, capaz no solamente de hacer evolucionar democracias hacia formas más auténticas, más puras, más directas, más realmente participativas, sino también, como estamos viviendo ahora, de aliviarnos muchos de los sufrimientos derivados de la soledad.
2. Confusión, miedo, estigma, pérdida de control:
En este sentido, según Frank McAndrew, psicólogo evolutivo en el Knox College en Illinois, el problema con las cuarentenas, más en el caso de una pandemia como esta, es que nos producen la sensación de estar a merced de otros, de fuerzas incontrolables. Esto produce angustia y sentimientos de vulnerabilidad fuertes.
Es debido a ello que se generan, por ejemplo, oleadas de compras compulsivas (retail therapy, denominan el tema de comprar como compensación de estados emocionales delicados, algo similar a lo que veíamos en Socionomía que ocurría con el aislamiento social promovido por el capitalismo para hacernos más infelices y así más compradores)
Otras reacciones a la sensación de pérdida de control son las de ira extrema contra la gente que incumple la norma (el único elemento que parece estar en control en ese momento). Es lo que estamos viviendo hoy cuando, encerrados en nuestras casas, vemos gente por las calles. Si os ocurre con frecuencia y queréis cambiar la ira por la compasión, solamente recordad que es el miedo extremo el que puede conducir a la temeridad (solamente poniéndome a prueba, intentando sentirme invulnerable, puedo tranquilizar mi sensación de vulnerabilidad).
El remedio está en la información: información clara por parte de las autoridades, actualizaciones constantes, en el caso del coronavirus sobre síntomas, evolución, indicaciones claras sobre qué hacer si se desarrollan síntomas, etc., los sitios que están surgiendo desde Google, comunidades médicas, etc. recopilando información veraz sobre la pandemia, resultarían fundamentales.
Contamos hoy, además, los individuos conectados, con el elemento informativo que desde los principios de la historia nos ha generado más credibilidad: la información que proviene de nuestros iguales, de círculos de confianza, la que proviene de nuestras comunidades. Para ello hoy, whatsapp, las redes sociales, son fundamentales.
Información aumentada, inteligencia colectiva, aclarando, entre nosotros, las cosas
A todos nos ocurre. Leemos mucho, cada día, sobre todo los pronósticos sobre el Covid19. Pero en época de Fake news, lo que tendemos realmente a creer es lo que nos cuentan los nuestros, los más cercanos, por teléfono, teleconferencias, grupos de Whatsapp. El tema deriva del valor que otorgamos, desde siempre, al conocimiento social.
Y es que desde los principios de la humanidad, el ser humano, cuando no ha sabido cómo reaccionar ante algo, cuando se ha sentido desbordado por algo, como en el momento actual, ha buscado respuestas observando, imitando a los demás. Basado neurológicamente en el tema de las neuronas espejo de las que hemos hablado aquí , el tema es, según Sander van der Linden, profesor de psicología social en Cambridge, adaptativo y propio de la evolución del ser humano en sociedad.
Si estás en la jungla y alguien salta huyendo de una serpiente, haremos lo mismo de forma automática. Resulta importante y correcto en este caso pero podemos, otras veces, en un ejercicio de estupidez colectiva, imitar lo equivocado…. La avalancha de compras de papel higiénico que tanto nos intriga a muchos/as en esta crisis, parece un ejemplo de ello: la viralización de las imágenes de estanterías vacías entendida como señal de que se trata de la forma correcta de actuar.
Afortunadamente no nos equivocamos la mayoría de las veces y el mismo conocimiento social que llena la red de memes graciosos sobre el papel higiénico es el responsable de la evolución de la humanidad, así que resulta normal que confiemos en él. La inteligencia colectiva se manifiesta, así, constantemente estos días, con nuestros grupos de confianza en whatsapp filtrando o matizando las muchas fake news que circulan en redes.
Un ejemplo interesante, en este sentido, está en la labor pedagógica que realizan algunos desde su experiencia. Vitoriano, desde Shanghái, nos ilustra en este sentido:
Hola a todos. Soy un vitoriano que vive en Shanghái. Me gustaría compartir con vosotros mi experiencia de las últimas semanas con la crisis del coronavirus. Espero que os sirva de ayuda para lidiar con lo que se nos viene encima. Abro hilo?
— Asier Guevara (@Mcmartigan) March 15, 2020
3. Sentido, propósito, realización:
También hemos sufrido, quienes hemos pensando a fondo en la Sociedad conectada, por la sobreabundancia de estímulos que pudiera perjudicar la creatividad. Lo decíamos como título a una entrada hace unos años… . el aburrimiento estimula la creatividad. Y es ese estímulo, la oportunidad de tener más tiempo libre para crear, el que puede hacer que dotemos de sentido, de propósito a esta temporada de confinamiento para todos/as.
La realización personal es, para muchos, la motivación más elevada del ser humano, necesaria para alcanzar la felicidad una vez que se han cubierto las demás. Mantenernos activos, operativos, con objetivos vitales, sean del tipo que sean, resulta así imprenscindible. Es aconsejable, así, continuar, en la medida de lo posible, con nuestro trabajo, con nuestras aficiones. Ejercicio en casa (apps como Adidas training, que recomiendo, resultan útiles), videoconferencias con amigos/as, tocar instrumentos, pintar, desarrollar proyectos audiovisuales, aprovechar para arreglar cosas en casa o observar y escribir la evolución, desde el punto de vista de la psicología social, de toda esta crisis ;) pueden ser buenas ideas.
En el entorno online, también en este caso algunas empresas, instituciones culturales, etc. contribuyen y nos ofrecen juegos, espectáculos culturales virtuales, rutas virtuales, servicios de televisión en streaming, gratis. Os aconsejo especialmente, además, para estos tiempos, aplicaciones para gestionar, automonitorizar, auto-programar pequeños premios en el camino de la realización personal, desde lo deportivo (al estilo Google fit, Strava, Endomondo….) a la puesta en forma psicológica (Superbetter para gestionar la resiliencia, etc.)
Pero de nuevo, en las redes, la creatividad colectiva nos aporta mucho más…
#nosquedamos en casa
El propio confinamiento, que empezó en nuestro contexto siendo voluntario, es muestra del poder de la organización sin organizaciones a la hora de proporcionarnos eso que es esencial para que sintamos que vivimos una existencia plena: la significación. Es, en el caso que vivimos, una significación potente, reforzada por el hecho de que quienes nos piden ayuda, solicitan nuestra colaboración, nos dicen #quedateencasa, no son, desde arriba, los políticos poco confiables o desconectados de la realidad de siempre sino nuestros iguales, trabajadores de a pie, los sanitarios desbordados por la pandemia.
Salimos, así, cada tarde a las 20h a reforzar nuestro cometido, a reafirmarnos y compartir con los demás, a través de aplausos a estos mismos sanitarios, que seguimos convencidos, en el mismo barco y remando en la misma dirección.
También nos entretenemos, alimentamos intelectualmente, realizamos, a base de creatividad colectiva en comunidades virtuales o no, como las de vecinos. Son muchas las muestras que vemos a diario de gente en el balcón jugando al veo-veo, montando performances deportivas, musicales, charlando, jugando al bingo, alimentando en colectivo la realización de cada cual.
No podemos olvidar, en este punto y porque está resultando fundamental a la hora de mantenernos fuertes, el sentido del humor que se despliega en los infinitos memes que generamos y distribuimos en estos tiempos. Cuentas de twitter e instagram que bromean en nombre del virus, videos caseros sobre el aburrimiento, etc. son también buenas formas de sentirnos útiles en estos momentos.
«…y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro que la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa si es segura, cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso trata esta tormenta». (Haruki Murakami)
No seremos los mismos después de este este experimento masivo de empatía y solidaridad aumentadas.
Aunque los psicólogos hablamos de huella psicológica en los eventos traumáticos, el sentido de la misma no tiene por qué ser siempre negativo. Así, no me gustaría terminar sin destacar algunos otros puntos positivos del actual confinamiento mundial. Aunque los que me seguís desde hace años sabéis que soy optimista, existe un aspecto que me ha preocupado siempre del tema de la evolución de nuestros jóvenes en el contexto de la sociedad digital: la ausencia de espacios, de tiempos, de ocasiones para la desconexión, para la introspección. Creo que la reflexión personal, el diálogo interno, son claves para un autoconocimiento que es esencial en salud mental. Es en este sentido y sobre todo para estos colectivos, que creo que también resulta positiva estos días, esta habituación a más momentos de soledad.
Siempre vamos acelerados, siempre con prisas, con dificultades para atendernos a nosotros mismos y más aún para atender a otros/as. Así que después de profundizar en nosotros mismos, de elaborar nuestra intimidad, podemos aprovechar, también, para compartirla con las personas que consideremos importantes en nuestras vidas. Es momento para las conversaciones profundas, el soporte emocional mutuo con las personas con las que estemos pasando esta etapa pero también para profundizar en relaciones existentes o nuevas. Conversaciones individuales en whatsapp, skipe, etc., pueden resultar en este sentido muy enriquecedoras y/o terapéuticas.
Después de todo ello, no, ya no seremos los mismos.
Decía en Socionomía que con las redes sociales, más conectados, juntos de nuevo, más grandes que nunca, desde la vivencia constante de un espacio común para toda la humanidad, teníamos una oportunidad única para basar el mundo, cada vez más, en principios de empatía y solidaridad: “Ser sociables, poder ponerlo en práctica de forma abundante en esta sociedad aumentada gracias a las TIC, nos hace más fuertes, más unidos cuando volvemos a estar juntos, en los nuevos espacios públicos, en las nuevas ágoras de internet.”
Estar conectados a un “nosotros” más amplio, más global, más diverso que nunca antes, aumenta el alcance y la calidad de nuestra empatía y nos hará mejores, también en las calles, cuando todo esto termine.
Llevo unos días observando muestras de generosidad, ganas de evitar conflictos, en redes, en los grupos en los que participo en whatsapp, etc. Se aprende, se madura emocionalmente, siempre, después de las circunstancias más duras, en esta vida.
En ello estamos. :)
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