Es probable que muchos/as de vosotros/as no sepáis, inmersos como estamos en amalgamas infinitas de información, el motivo por el que este blog ha estado, conmigo, casi inactivo durante bastante tiempo desde su auge entre 2007 y 2018. El tema, el accidente y lenta superación de las consecuencias del mismo por parte de mi persona más querida, tiene relación con lo que quería plantear hoy: la superación de situaciones vitales difíciles, las claves para lograr o mejorar la cualidad de la gestión emocional, que creo, a estas alturas de la película y después de lo aprendido tanto de mi hija como de todos/as los seres humanos maravillosos conocidos durante el proceso, la más importante.
No vivimos tiempos fáciles. Pensaba y escribía recientemente acerca de los jóvenes de hoy, otrora denominados generación de algodón y que deberíamos ir bautizando como generación de acero, sobre cómo están cultivando a pasos agigantados mecanismos de resiliencia, de fuerza emocional que les han permitido lidiar con una pandemia y ahora les facilitan afrontar la idea (en Ucrania ya la realidad) de guerra mundial. Debemos hoy, más que nunca, desde la escuela, en nuestros contextos íntimos o familiares, potenciar el proceso y seguir cultivando, con la mayor fuerza posible, los siguientes (y los que se os ocurran), elementos:
1. A sufrir, se aprende, más en primera persona pero también hay algo transmisible
Si el ser humano vive buscando sentido, en ocasiones el aprendizaje que proporcionan ciertas situaciones difíciles, parece ser el único. Hay mucho de aprendizaje, en algunos puntos transmisible pero no en otros, en la vivencia del sufrimiento. Es por ello que tenemos mucho que aprender de los que han vivido situaciones difíciles. Como ejemplo contemporáneo, convivimos hoy con congéneres Ucranianos que huyen de la guerra en sus países. Dejarles hablar, escucharles, no solo hará que se sientan mejor, más acompañados en el sufrimiento, más útiles al enseñarnos importantes lecciones de vida, sino que nos proporcionará importantes aprendizajes a quienes no hemos vivido sus experiencias. Escuchar, apoyar e intentar no prejuzgar, desde posiciones a veces lejanas, sus experiencias, será enriquecedor para todos. Y es importante este último punto: una de las cosas más importantes que he aprendido es a no sobrevalorar la empatía. Si bien se agradecen todos los esfuerzos, cuando se sufre, de los demás en ponerse en nuestro lugar, resulta que al 100 por cien es imposible. A sufrir, se aprende y en este caso los maestros en la universidad más importante, la universidad de la vida, son y serán siempre los que han vivido las situaciones extremas en primera persona. Resulta imposible ponerse en su lugar, así que amarles y respetarles es la mejor forma de empatizar y aprender de ellos.
Así que si estás sufriendo, si has sufrido, recibe mi más sincera admiración. Es cierto aquello de que sufrir nos hace más fuertes, es algo que nos proporcionará mayor capacidad para ser felices, para resistir, ser más resilientes después.
Correr un tupido velo, ignorar, pasar por alto las oportunidades de educar emocionalmente a los nuestros (hijos, hermanos, amigos), solo llevará a la baja tolerancia a la frustración y al sufrimiento emocional de todos ellos después.
El tema ha significado, si os fijáis, un problema de la educación en otras épocas, sobre todo en cuanto a la casi nula exposición a temas de conflicto emocional, psicológico de los chicos. Si en el caso de las chicas, se las exponía a los problemas familiares con mayor facilidad (la madre que mostraba sus sentimientos o expresaba su malestar emocional en mayor medida con ellas), lo típico en cuanto a los varones era el “deja jugar al niño” y no le agobies con ese tipo de cuestiones. Todo ello no ha resultado en hombres más “duros” sino en todo lo contrario, en un género masculino mucho más vulnerable en temas de gestión emocional.
2. Ir estableciendo METAS, superarse, sin prisas, a uno/a mismo/a
Es el único tipo de competitividad que tiene sentido: aquella que establecemos con nuestros propios, variadísimos límites. No hay retos universales más allá del de superarse a uno mismo ni trabajo con más sentido que el de hacerlo, en el sentido que decidamos, paso a paso. Sea el reto escalar el Everest, dejar de fumar, volver a andar o aceptar espiritualmente la adversidad, el reto es crecer siempre, aunque sea poco, cada día. No hay metas imposibles cuando cada día las logramos un poco más.
3. Flexibilidad
Y a veces, en algunos temas, no podemos crecer más. Es hora de no vivirlo como fracaso sino como señal de que ya hemos llegado, de que es tiempo de cambiar de meta, de transportarnos a cualquier otra línea de salida, en cualquier otro lugar. Lo decía en una letra memorable la canción de Revólver…. “El peligro no es cuestión de un par de golpes, el peligro es no saber a dónde ir”, así que será esencial, sin olvidar el punto siguiente, lo que viene a continuación.
4. Competencia autolúdica, motivación
Lo obviamos a menudo pero resulta esencial el poder del agradecimiento para la salud mental. Simples actos de bondad, de ser compasivos con uno mismo y con los demás liberan oxitocina en el cerebro y nos hacen más abiertos unos a otros y al aprendizaje. En el ámbito de la enseñanza, los entornos de aprendizaje que promueven la bondad y la compasión también promueven la toma de riesgos académicos y la innovación. Olvidamos también, en el sentido que íbamos relatando, agradecernos, premiarnos a nosotros mismos por haber logrado cada una de las metas que nos vamos planteando antes de ir a por la siguiente. Se habla mucho de Gamificación, de premiar de formas diversas para motivar a alumnos, hijos, etc. cuando creo que lo importante es enseñar a que se motiven a sí mismos. Ser más generosos con los demás pero también darnos regalos cuando lo merecemos, aprender a automotivarnos ante tareas pesadas o difíciles, es esencial. Work hard, party (o cualquier otra cosa que nos apasione) hard, ya sabéis :)
5. A ser también se aprende: objetivos, autorealización ligada a valores
No puedo obviar la anécdota de Victor Frankl (*), uno de los padres de ls Psicología existencialista que escribía su obra en servilletas desde un campo de concentración nazi. En algún momento, los soldados le requisaron las servilletas y las quemaron y Frankl empezó otra vez. Como vivo ejemplo de su teoría, la del ser humano en busca de sentido, lo más importante para ser felices es tener objetivos, metas que vayan más allá de nosotros mismos. Si es importante tener metas, aún lo es más si estas van ligadas a valores. Y los valores van ligados, una vez más, a la educación y el autoconocimiento. Ocurre que en muchos casos, de nuevo en la infancia o por falta de ocasiones o trabajo de introspección después, no se ha trabajado en establecer un sistema de valores que dé sentido a la vida. Dicho en otras palabras, a ser también se aprende. Establecer una identidad centrada en valores, definiéndolos como aquello que nos guía más allá de nosotros mismos y nuestras necesidades más primarias, es algo fundamental para la fuerza emocional. ¿Os resuena estos días la idea de que los Ucranianos están resistiendo porque creen firmemente en su paz y en la de sus hijos/as? Los soldados rusos, a pesar de los esfuerzos adoctrinadores de Putin y compañía, no obedecen a la misma lógica.
6. Eliminar la culpabilidad, no la responsabilidad
No creo en personas buenas pero sí en las que, según lo que hemos visto en el punto anterior, intentan serlo día a día. Y cuando se tiene la bondad, la responsabilidad de ser buena persona, el compromiso de ser útil a la evolución positiva de esta sociedad, como principio, como objetivo, como valor o como meta, la culpabilidad no tiene ningún tipo de cabida. Debemos sentirnos afortunados/as y orgullosos si nos identificamos con lo anterior, eliminando la propia culpa e intentando, de paso, en la medida de lo posible, entender que muchos/as otros/as no han tenido esa suerte. Leía hace poco un estudio que hablaba de cómo un solo evento traumático puede alterar el cerebro de cualquiera de forma a veces irresoluble. Nadie puede ponerse, como veíamos, al 100 por cien en el lugar de nadie, así que culpar solo tiene sentido si eso puede servir para provocar alguna mejora.
7. Equilibrio razón emoción: podría ser peor….
Vivir de espaldas a las emociones nos lleva a sociedades gobernadas por individuos enfermos, hastiados, ahogados de sentimientos que no saben manejar. Reconocer el sufrimiento, no temer hablar del dolor sin acallar tampoco la razón, que también es parte importante de lo humano. Es la base de las terapias cognitivas, controlar las emociones para conservar el máximo posible de objetividad. Mirar hacia la guerra en estos momentos puede abrumarnos emocionalmente, pero también puede ayudar a relativizar nuestras a veces sobredimensionadas situaciones o circunstancias adversas.
8. Aprender a desmenuzar, a dividir los grandes problemas en otros más pequeños.
Resulta también un recurso, como forma más racional de afrontar los problemas, intentar aplicarles análisis. La emoción es global, abrumadora, un ovillo enredado, mientras que la razón puede ir deshaciendo cada nudo, entregarnos a las pequeñas metas de las que hablábamos más arriba, hasta que todo se calme.
9. Aprender a descansar, a desconectar
No hemos comentado hasta ahora la archiconocida teoría del flujo (aquella que viene a afirmar que la felicidad está en aquellas cosas que hacen que el tiempo pase volando), si bien está en mucho de lo tratado hasta ahora. Nada es tan motivador como para mantenernos en flujo el 100 por cien del tiempo así que incluso si nos dedicamos a aquello que nos gusta, descansar es necesario. Se habla incluso últimamente de jornadas laborales más cortas que inciden en rendimientos laborales mayores. También la variedad, en sí misma, nos hace más fuertes.
10. Aprender a pedir ayuda
A veces llevados por la fuerza de estereotipos de anti-debilidad, también es la carencia típica del resiliente, del que sí ha aprendido a gestionarse, pensar que nunca se necesitará el apoyo de los demás. Somos animales sociales y en ocasiones, la mera presencia de los demás nos hace sentir mejor. En el caso de Ucrania, acogerles, mostrarnos presentes en redes, estar ahí, resultan armas potentísimas para la fuerza que necesitan para restablecer la paz.
* Entrada El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl, en Wikipedia.
(Publicaremos en breve en el canal de Youtube el equivalente audio-visual a este posteo. Por si pensáis en suscribiros, dejo allí resúmenes de noticias, actualidad y reservo el blog para reflexiones, a pesar de que comparto en ambos canales lo que voy publicando)
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