Me llamaba especialmente la atención el comentario de Roberto a una noticia en La Vanguardia, ¿Asfixiados por la red social?, sobre la vuelta a la intimidad que se estaría dando en algunos ámbitos sociales, hartos del despliegue sin censura en las redes de imágenes y vídeos de fiestas:
“En Nueva York se convocan fiestas off the record. Es decir, ni se comenta, ni se graba. Lo que se hace aquí, se queda aquí. Protocols NYC las organiza cada dos semanas. Se va por invitación para charlar con gente influyente “por negocios y por placer”.
La idea nos devuelve la desobediencia civil de Thoreau, cuando redactaba Walden desde su ailamiento voluntario en los bosques como forma de protesta, reflexión y sabiduría….
En fin…que es una idea que desde mi habitual optimismo tecnológico no me hubiera motivado más que curiosidad, si no fuera por lo que leía después, desde el ámbito educativo y por parte de David Wiley acerca de la posibilidad que abrirán las futuras evoluciones de medir los datos sobre nuestros estudiantes en la web como forma de evaluación estricta y feedback, tal y como se acostumbra a hacer en ámbitos con una tradición científica más rigurosa (como la física).
¿Qué será de nosotros, que cometimos el error de leer Summerhill (idealismo en pedagogía) y nos hemos dedicado a defender ante miradas escépticas las virtudes creativas de la educación abierta, ante este posible escenario de gran hermano educativo al más puro estilo de la pesadilla Walden Dos (realismo)?
¿Huiremos de Walden dos hacia el Walden original, salvaje, de Thoreau? ¿Será la red la antítesis de un Summerhill sumergido bajo un alud de métricas y datos para reproducir el control?
No ayudaba demasiado a calmar mis inquietudes la “frikistoria” del investigador de Microsoft Gordon Bell, que se ha pasado a la e-memoria, a base de grabar y digitalizar su vida. Metáfora o realidad, nos dice:
“En 2020, nuestras vidas al completo estarán online y serán rastreables. Teléfonos inteligentes con localización y nuestra memoria en las nubes harán de este tipo de transición algo posible si no inevitable. Es una revolución que cambiará lo que entendemos por ser humanos”
La web de las cosas, la web y el mundo en una sola cosa y la posibilidad de utilizar sensores ,métricas y registros para todo, pueden evolucionar, a poco que les dediquéis imaginación, hacia la atractiva Singularidad o hacia escenarios en los que cosas tan importantes ahora, como la privacidad que hoy nos preocupa, sean anacrónicas.
La transparencia absoluta es, de hecho, un requisito importante de la objetividad que nos promete la web semántica (quien nos lo iba a decir cuando jugábamos a que nadie supiera de nuestra identidad real :)).
Y aunque creo que deberíamos seguir apostando por ella, que tenemos y cultivaremos las suficientes dosis de creatividad para escapar de los infiernos del control y porque quiero creer que aún está, en cierto modo, por construir, quería dejaros esta reflexión.
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3 comentarios en “¿Walden o Walden dos? Cuando la identidad digital nos devore…”