Una de las tesis más polémicas de la teoría de la singularidad es aquella que afirma que en el momento en que las máquinas alcancen la capacidad de almacenaje y procesamiento de la información de cualquier cerebro humano (1.25TB de datos, a unos 100 teraflops por segundo), es posible que surja alguna forma de conciencia artificial.
Más allá de esta controvertida cuestión, la noticia de actualidad está en la popularización de algunos avances en inteligencia artificial. Y es que la computadora IBM de Watson está al 80% del potencial de computación humano, con 80-teraflop y 1TB de memoria (que para los que compartáis conmigo la dificultad por entender valores tan altos, significa 220 millones de páginas de texto o 111 DVDs.)
Así equipada, la máquina se batía en duelo y vencía, hace pocos días, a los concursantes de un conocido programa en EEUU, Jeopardy, respondiendo en menos de 3 segundos a las preguntas sobre cultura general que formulaba el presentador.
Son muchos los detalles en la web acerca del proceso, que no hacen más que recordarnos lo complejo de nuestros cerebros. Uno de ellos es que el algoritmo original precisaba un solo procesador y tardaba 2 horas en escanear la memoria completa de Watson para encontrar una respuesta, así que los técnicos de IBM añadieron tantos CPUs como para que la respuesta tardara solo 3 segundos.
Son varios los antecedentes, uno de los más conocidos el de IBM Deep Blue desafiando a un Kasparov que era entonces campeón mundial de ajedrez. Se trataba entonces de un problema matemático, muy distinto del actual. Con Watson no se trata de resolver una cuestión limitada a un espacio bien definido, se trata dealgo mucho más complicado, de lidiar con la ambigüedad, con la naturaleza contextual del lenguaje.
Se imaginan ya muchas aplicaciones de la inteligencia artificial de Watson, algunas interesantes en salud, así que os recomiendo si queréis saber más, un libro que profundiza en el tema.
Reflexionando acerca del tema surge una vieja idea, que repetíamos también al hablar de cómo Internet estaba acelerando nuestro desarrollo cognitivo: si hay algo más potente que una sinapsis (la conexión entre dos neuronas), es la conexión entre dos personas, si hay algo más grande que la inteligencia individual, es la inteligencia que, entre todos, podemos alcanzar.
Recuerdo, creo que en un libro de Daniel Pink (“The Whole new mind”), la historia del hombre que murió exhausto en una carrera contra una máquina. Físicamente, tal y como sabían luditas y neoluditas (cuando quemaban las máquinas que habían de dejarles sin trabajo durante la revolución industrial), teníamos la batalla perdida.
No es así en el caso de la inteligencia, que se beneficia ampliamente de la cualidad social cuando aparece y provoca maravillas tan diversas como las que podéis ver en los vídeos que he decidio incluir en una presentación próxima:
Inteligencia colectiva, colaboración en estado puro….
También inteligencia colectiva, colaboración en estado puro…. aunque tome la forma de ciencia, de tecnología:
En fin… sería correcto decir, así, que en paralelo a la revolución social que vivimos en los países árabes, Febrero de 2011 debería ser recordado también como momento en que la inteligencia colectiva, puesta, como diría Kevin Kelly en “What Technology wants”, al servicio de una tecnología que es desde los inicios de la historia, la fuerza motriz de la evolución, vence por primera vez a la individual.
La utopía está en el horizonte.
Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y
el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Entonces para que sirve la utopía?
Para eso, sirve para caminar.
Eduardo Galeano
Aunque resulta algo extraño observar a un ser humano persiguiendo desde el principio de los tiempos su propia reconstrucción, aunque parece incluso absurda esta carrera por hacernos a nosotros mismos, lo que está claro es que vamos logrando emular aquello que nuestros cerebros izquierdos (racionales) son capaces de hacer.
Dicho en otras palabras, hemos inventado ya una máquina capaz de emular lo más racional, computacional de nosotros mismos.
Toca ahora investigar la creatividad, la emoción, todavía aquellas cosas que nos hacen humanos, superiores incluso a la suma de todos nosotros, evolución tecnológica mediante, juntos.
Sigamos…
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Te parecerá un comentario friki pero personalmente me asusta que una máquina llegue a alcanzar (o superar) la inteligencia humana, me recuerda a SkyNet y al día del Juicio Final. ¿Siguen siendo válidas las tres leyes de la robótica de Asimov?.
si soy franco…mas temor me dan las mentes humanas!
Yo creo que aunque una máquina pueda alcanzar las capacidades de una persona en realidad sigue siendo un objeto frío, sin vida. Son sólo millones de transistores inertes, programados por personas. Nosotros tenemos millones de neuronas y cada una de ellas es una entidad viva que necesita alimento para sobrevivir.
Podremos conseguir, sin duda, una máquina que simule que está viva, que razone con una lógica aparente parecida a la nuestra y que incluso nos pueda intentar convencer de que es como nosotros. La realidad es que tendrá la misma conciencia que una calculadora.
Es como comparar una planta de plástico con una planta de verdad.
(Espero que no venga ahora un T800 desde el futuro a mi casa para acabar conmigo :D ).
Para aquellos que se asustan, recuerden que los robots también pueden aprender y trabajar en comunidad (los llamados enjambres)… asi que si les damos la posibilidad de razonar y tomar desiciones, o bien serán máquinas muy útiles o bien nuestro peor invento.