Cuento a menudo últimamente una anécdota familiar que creo que ilustra a la perfección la llamada a la acción que suelo hacer cuando estoy ante público joven. Estando en casa con mi hija y escuchando las noticias de fondo ella me preguntaba… ¿Mamá, yo siempre voy a vivir en crisis? No me puso difícil la respuesta… No lo sé… eres tú, sois vosotros los jóvenes los que tenéis que cambiar las cosas.
Es por ello que cuando leía esta mañana a un experto de la Pew alertando de los peligros de la cultura digital en el mismo sentido pensaba en escribir esta entrada.
¿Hacia una adolescencia eterna?
Smart, autodenominado futurista nos recordaba la predicción de Kuznets acerca de la adopción de cualquier tecnología: es habitual que la primera generación genere una actitud social negativa hacia las mismas. En la segunda se convertirá en neutral y no será hasta la tercera generación, cuando la tecnología sea ya madura y nos ofrezca una interface adecuada, que se vean reforzados los mejores comportamientos disponibles con ella, que puedan notarse los efectos positivos. Estaremos ante interfaces conversacionales y agentes inteligentes en 2020, predice, momento en que los niños empezarán a mostrar la “inteligencia aumentada” que muchos observamos como la gran posibilidad de internet.
El mayor problema será el que ya empezamos a notar algunos padres y educadores: la motivación. Somos seres sociables, sobra ya decirlo aquí, tendemos a ocupar nuestros momentos de ocio cognitivo, los momentos de descanso mental con pensamientos sobre otras personas, así que en un contexto de hiperindividualidad conectada, de posibilidades de interacción constante con otros seres humanos, el riesgo de distracción (más en la adolescencia, si cabe) aumenta al infinito. También serán infinitas las posibilidades de entretenimiento, así que puede que sea complicado centrar esa inteligencia aumentada en ser más productivos, cívicos que las generaciones anteriores.
En definitiva, podríamos ser más adolescentes que nunca y durante más tiempo que nunca en el entorno multimedial y socialmente aumentado que vivimos.
Creatividad y valores también aumentados
Los adolescentes tienden, como observaban desde el conocido estudio de la Mac Arthur, a perder el tiempo (“Hanging out”) como lo hacían en el mundo offline, también en internet, pero también es posible acompañar a los jóvenes hacia usos más productivos, también posibles, de internet. No tengo recetas mágicas pero la solución pasa probablemente de nuevo en fomentar una actitud activa hacia la cultura, motivar a la innovación, a la emprendeduría, a la creatividad y todas esas cosas que cuando se conocen, cuando se experimentan (recordad la anécdota de Frankl y la escritura repetida de su teoría en servilletas durante la época Nazi), terminan por convertirse en tremendamente satisfactorias para el ser humano.
Confío en ello además de en los valores que vemos emerger a diario en internet. Profundizaremos en el tema en otro momento pero creo que basta recordar ahora el tema Kony y cómo, independientemente de otros detalles, demostró para los más jóvenes cómo son de capaces de movilizarse, de difundir su malestar cuando fluye la información y despierta algo tan también innato en el ser humano como el sentido de la justicia, la correspondiente indignación.
Inteligencia aumentada, posibilidades de organización autónoma, más recursos para la cultura y la creatividad y para más personas que nunca en la historia, no van a tener precio, de nuevo, los esfuerzos que invirtamos en una evolución moral que convierta a estos “superadolescentes” en los héroes que necesitamos para salvarnos.
Nota: Salía en abril al mercado, publicado por Deusto, Socionomía. Dejo enlace a su microsite, con material complementario y enlaces para su compra y descarga tanto en versión papel como en versión ebook en distintos lugares del mundo.
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2 comentarios en “Superhéroes pequeños vs. los veinte grandes”